La volatilidad de los precios de los alimentos básicos durante una crisis puede tener efectos perjudiciales tanto para los agricultores como para los pobres. Como se explica en esta columna, es fundamental observar los efectos de las políticas comerciales y de mercado sobre los precios internos en tiempo real. Durante la primera ola de Covid-19, los gobiernos buscaron aislar a los consumidores nacionales de las fluctuaciones de los precios mundiales y garantizar la disponibilidad local cambiando las políticas comerciales e introduciendo medidas de estabilización de precios. Si bien los precios mundiales de los cereales no se dispararon como se esperaba en la primera ola, a la luz de los aumentos de precios más recientes, es imperativo que los gobiernos utilicen datos actualizados, como el indicador mensual que se presenta aquí, para considerar los posibles efectos de las respuestas políticas durante las olas posteriores.
En períodos de crisis como la ocasionada por la Covid-19, los decisores políticos en los países de ingresos bajos y medios (PIBM) afrontan la difícil opción entre reducir los precios al consumidor y ofrecer incentivos para la producción de alimentos básicos. Las herramientas de seguimiento oportunas son importantes para determinar cómo las intervenciones rápidas en materia de políticas, como las restricciones a las exportaciones, afectan a los precios y si se requiere un reajuste.
Si bien gran parte de los ingresos de los pobres de las zonas rurales procede de la agricultura, las investigaciones demuestran que los hogares más pobres suelen ser consumidores netos de alimentos. Mantener los precios lo suficientemente altos como para proporcionar a los agricultores incentivos para la intensificación de la producción y, al mismo tiempo, conservarlos lo razonablemente bajos para garantizar que los consumidores pobres tengan acceso a los alimentos básicos ha sido una de las cuestiones más cruciales durante la pandemia. Es importante reducir los riesgos de precios para los alimentos y aumentar la productividad de las granjas de productos alimentarios básicos de los pequeños agricultores para mantener viva la economía en las zonas rurales.
Históricamente, las ganancias de los agricultores en los países en desarrollo se han visto a menudo reducidas por las políticas de sus propios países, como la fuerte presión fiscal sobre las exportaciones agrícolas, que presentaban sesgos pro urbanos, antiagrícolas y anticomerciales. Esa situación ha cambiado drásticamente en los últimos 40 años, dando lugar a distintos modelos de incentivos en materia de precios agrícolas en todo el mundo.
Pero como se vio anteriormente en la crisis alimentaria mundial de 2007–2008, por temor a una grave escasez y a la volatilidad de precios durante la primera ola de Covid-19, los PIBMs establecieron rápidamente medidas para proteger a los consumidores pobres. Las políticas documentadas incluyen la reducción de los aranceles de importación, las restricciones temporales a la exportación y los controles de precios, todo lo cual puede crear brechas entre los precios internos y los internacionales.
Para supervisar el efecto de las políticas comerciales y de mercado sobre los precios internos en tiempo real, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) elaboró una nueva versión mensual del indicador de la ‘tasa nominal de protección’ (TNP), y la estimó para los cereales básicos en 27 PIBMs. Esto se basó principalmente en datos del Instrumento de Seguimiento y Análisis de los Precios Alimentarios del Sistema Mundial de Información y Alerta de la FAO y de la Base de Datos Estadísticos de las Naciones Unidas sobre el Comercio de Mercaderías (Comtrade de Naciones Unidas). Finalmente examinamos 43 combinaciones de países y productos básicos, o estudios de casos (como el maíz en Ecuador)
Esta TNP mensual ‘exprés’ (TNPx mensual) proporciona un sentido de tendencias actuales intra-anuales en incentivos de precios (valor mensual positivo de TNPx) y desincentivos (valor negativo). Idealmente, el nuevo indicador puede seguir permitiendo una rápida supervisión de las políticas y recomendaciones políticas adaptadas a medida que la Covid-19 evoluciona y cuando se produzcan futuras crisis en el sistema alimentario mundial.
¿Cómo cambiaron los incentivos de precios durante la primera ola de Covid-19?
En nuestra investigación, analizamos las variaciones interanuales en los niveles mensuales de incentivos de precios durante la primera ola de la pandemia para los productos básicos más consumidos por los pobres y más expuestos a la inseguridad alimentaria: principalmente arroz, trigo y maíz, además de sorgo, mijo y papas. Encontramos un descenso promedio de 12,6 puntos porcentuales en incentivos para las cadenas de valor de alimentos básicos durante la primera ola de Covid-19 (definida aquí como el período de marzo de 2020 a agosto de 2020, según el número de casos registrados por la Organización Mundial de la Salud).
La baja magnitud del cambio indica que los mercados locales sólo se vieron marginalmente afectados por una serie de ajustes de políticas durante la primera ola. La media negativa refleja el hecho de que muchos gobiernos implementaron políticas destinadas a evitar que los precios internos aumentaran al mismo ritmo que los precios mundiales, lo que provocó una disminución de los incentivos en materia de precios.
El descenso medio de los incentivos para el arroz y el trigo impulsan la disminución general, ya que constituyen el 60% de los estudios de caso. Como muestra la Figura 1, el maíz tuvo un incremento medio. Es probable que esto se haya visto provocado por el hecho de que los precios internacionales del maíz disminuyeron realmente durante la primera ola, junto con la falta de restricciones a la exportación en comparación con el arroz y el trigo, y por la combinación de impactos como los ocasionados por los brotes de langosta del desierto.
Figura 1: Promedio de variaciones de los incentivos de precios por producto básico durante la primera ola de Covid-19
Nota: Número de estudios de caso entre paréntesis.
Fuente: Elaboración propia de los autores.
Es necesario seguir supervisando los incentivos de precios de forma regular
Si bien los precios internacionales de los cereales no se dispararon como se esperaba durante la primera ola de la pandemia, a la luz de las subidas de precios más recientes, es imperativo que los gobiernos utilicen datos actualizados para analizar los posibles efectos de las respuestas políticas durante las olas posteriores. Es fundamental que se tenga en cuenta la posibilidad de que los cambios abruptos en las políticas comerciales (especialmente las restricciones a la exportación) contribuyan colectivamente a los aumentos y la volatilidad de los precios internacionales, y de que se reconozca cómo pueden dar lugar a una reducción de la producción agrícola y el bienestar económico.
Ante el leve descenso medio de los incentivos de precios para las cadenas de valor de alimentos básicos durante la primera ola, la Covid-19 brinda la oportunidad para que los gobiernos reconsideren cómo mejorar la disponibilidad y accesibilidad de los alimentos, y cómo fortalecer la resiliencia de los sistemas alimentarios. También se debería considerar sin demora cómo adaptar los entornos políticos a fin de estar en mejores condiciones de responder a las perturbaciones del mercado de manera integral, teniendo en cuenta los posibles efectos negativos del aislamiento comercial.
Priorizar la recopilación de datos de precios agrícolas y calcular los incentivos de precios mensuales para productos básicos adicionales seguirá guiando el desarrollo de políticas para garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición de los consumidores más pobres del mundo.