Salud e higiene

Intervenciones de salud mental basadas en evidencia en países que se encuentran en situaciones posteriores a conflictos

7 min

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Theresa S. Betancourt

Los jóvenes expuestos a traumas y pérdidas pueden desarrollar problemas duraderos con la salud mental y el funcionamiento diario. Esta columna describe los desafíos, y las posibles soluciones en intervenciones de salud mental basadas en pruebas, vinculadas a nuevas plataformas de prestación de servicios para ampliar el alcance de los mismos, incluidos los programas de educación y emprendimiento juvenil. Cuando se integran en otros programas para promover oportunidades de vida, las intervenciones de salud mental basadas en evidencia pueden promover la salud mental y el funcionamiento interpersonal de los jóvenes al mismo tiempo que desarrollan sus habilidades académicas o profesionales, una combinación poderosa para una vida saludable y productiva.

Hoy en día, el mundo enfrenta la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. A nivel mundial, uno de cada seis niños vive en países afectados por conflictos, que los expone a una serie de adversidades y oportunidades limitadas para avanzar. Las exposiciones incluyen experiencias directas de violencia, tales como presenciar y participar en actos de violencia; así como efectos indirectos, como son la mala salud y estructuras económicas, sociales, comunitarias y familiares debilitadas.

Las exposiciones a la violencia y la pérdida relacionadas con la guerra tienen graves consecuencias para los jóvenes, incluidas altas tasas de depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT). Además, la angustia psicológica debida a la exposición al trauma a menudo se expresa en problemas relacionados con la regulación de las emociones y el funcionamiento diario, lo que puede contribuir al bajo rendimiento escolar y laboral, así como al aislamiento social.

Si no se abordan de manera efectiva, esos problemas de salud mental pueden tener efectos duraderos en el capital humano a lo largo de la vida. Estas dificultades se exacerban en entornos posteriores a conflictos donde las exposiciones directas a traumas relacionados con la guerra se ven agravadas por múltiples adversidades, como la pobreza, los desastres naturales y el desplazamiento.

Desafíos para soluciones efectivas

La necesidad de abordar los efectos del trauma en la salud mental y el funcionamiento diario de los jóvenes expuestos a la violencia y la adversidad es el núcleo de la ayuda al desarrollo en entornos afectados por la guerra. Sin embargo, los esfuerzos para encontrar soluciones efectivas enfrentan muchos desafíos.  

Por un lado, la extensión de los trastornos mentales no tratados es especialmente alta en los países de bajos y medianos ingresos (LMIC, por sus siglas en inglés), donde la guerra, la violencia y la pobreza son comunes. A nivel mundial, más del 70% de las personas con trastornos mentales no reciben tratamiento, y para los niños y adolescentes, la brecha en el tratamiento de la salud mental en muchos entornos afectados por la guerra es mucho mayor.

El conflicto es un arma de doble filo: la que profundiza la necesidad de servicios de salud y al mismo tiempo causa estragos en las infraestructuras de salud, que a menudo ya enfrentan escasez de instalaciones y personal.

Esta falta de acceso a un tratamiento adecuado de salud mental también tiende a persistir en los programas de desarrollo juvenil. Incluso cuando los esfuerzos de ayuda al desarrollo incorporan la salud mental, a menudo no utilizan modelos basados en evidencia y pueden enfocarse estrechamente en categorías de trastornos individuales, como el TEPT, sin prestar atención a cuestiones transversales como son la desregulación de las emociones y los impedimentos funcionales, que pueden manifestarse a través de una variedad de categorías de trastornos, desde reacciones de estrés traumático hasta depresión y problemas de conducta. Si no se abordan, estos problemas de salud mental pueden obstaculizar la capacidad de los jóvenes de participar en oportunidades de desarrollo, tales como la posibilidad de regresar a la escuela o emprender una iniciativa empresarial.

Plataformas alternativas de prestación de servicios

Los programas de educación y capacitación laboral rara vez se consideran plataformas potenciales para la prestación de servicios de salud mental. Sin embargo, si se aprovechan adecuadamente, estos programas pueden ayudar a los jóvenes a hacer una transición saludable a la normalidad a través de la escuela o el trabajo, y sirven como una plataforma innovadora para llegar a los jóvenes vulnerables con intervenciones de salud mental basadas en evidencia, que también pueden impulsar su participación en actividades de desarrollo cotidianas.

Nuestra investigación en Sierra Leona proporciona una ilustración de esas oportunidades. En el año 2002, inmediatamente después del final de la guerra civil, desarrollamos la Longitudinal Survey of War-Affected Youth (LSWAY). Entre los niños ex combatientes, encontramos altos niveles de dificultades de salud mental vinculadas a su exposición en el pasado a la violencia, que se manifiesta en una regulación emocional deficiente, ira, depresión y sentimientos de desesperanza. La evidencia de la LSWAY también reveló factores protectores clave para aprovechar los modelos de intervención, tales como la educación, el apoyo social, así como las relaciones comunitarias y familiares, que son fundamentales para desarrollar mejores resultados para los jóvenes afectados por la guerra.

Aprovechando estos hallazgos, desarrollamos la Youth Readiness Intervention (YRI), una intervención transdiagnóstica basada en elementos comunes que se basa en la terapia cognitivo conductual y los componentes de la terapia interpersonal. Intervenciones como la YRI pueden abordar problemas comunes de salud mental que enfrentan los jóvenes en los países de bajos y medianos ingresos, especialmente cuando se desarrollan con atención al contexto y las realidades de un entorno posterior al conflicto con recursos humanos limitados para la salud mental.   

Si bien los programas de emprendimiento responden a las demandas del mercado asegurando que los jóvenes obtengan calificaciones para el empleo, la YRI ayuda a reforzar su funcionamiento diario, la regulación de las emociones y las habilidades interpersonales. La YRI demostró efectividad en un ensayo donde se integró en un entorno escolar. De esta manera, tiene un gran potencial como componente integrado de los programas de emprendimiento juvenil, ya que fue diseñada para ser realizada por asesores no especializados que reciben una excelente capacitación y supervisión.

Consideraciones para el desarrollo comunitario

Nuestro proyecto actual, Youth FORWARD, ofrece la YRI dentro de la plataforma alternativa de un programa de emprendimiento juvenil. Vincular las intervenciones de salud mental basadas en evidencia a los programas de medios de vida, de esta manera resalta las consideraciones centrales para el desarrollo comunitario. 

Primero, existe una necesidad urgente de hacer de la salud mental una prioridad dentro de los programas de desarrollo juvenil. Esto requiere enfoques transdiagnósticos que aborden áreas clave de dificultad, como son la desregulación de las emociones y el funcionamiento interpersonal que se presentan en una variedad de trastornos mentales que afectan a adolescentes y adultos jóvenes, incluyendo la depresión, problemas de conducta y reacciones de estrés traumático.

En segundo lugar, la investigación y las intervenciones deben contextualizarse con una cuidadosa consideración del entorno. Las consideraciones deben basarse en el conocimiento sobre los factores de riesgo y protección a nivel individual, familiar, de colegas, comunitario y social y cultural. En entornos frágiles y afectados por conflictos, la agenda de desarrollo debe atender las consecuencias de la violencia y la inseguridad en la salud mental porque es precisamente en estos entornos donde es prioritario abordar las consecuencias del trauma y cultivar el capital humano.

Finalmente, la comunidad de desarrollo debe considerar plataformas alternativas para la prestación segura y rentable de servicios de salud mental para que sean de alta calidad, pero también sostenibles. Con una planificación cuidadosa, los trabajadores de salud comunitarios y otros paraprofesionales pueden realizar intervenciones si se prueban las estructuras para garantizar una capacitación de alta calidad, pero también una supervisión que atienda a la calidad y la fidelidad a la intervención basada en evidencia. Es esencial abordar los recursos humanos limitados y los desafíos de capacidad en entornos posteriores a conflictos, investigando al mismo tiempo cómo desarrollar sistemas sostenibles para la salud mental y los servicios sociales.

La integración de intervenciones de salud mental basadas en la evidencia en plataformas innovadoras, tales como programas educativos, laborales y de emprendimiento juvenil, puede ser clave para apoyar el funcionamiento diario de los jóvenes y las relaciones interpersonales, desarrollando simultáneamente habilidades académicas o profesionales, una combinación poderosa para una vida saludable y productiva.

 

Theresa S. Betancourt
Inaugural Salem Professor in Global Practice, Boston College School of Social Work