Medio ambiente, energía y naturaleza

Cómo los ecosistemas de carbono azul están ayudando a salvar las islas que se hunden en Filipinas

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Anne Cortez

Un grupo de islas en Filipinas está enfrentando una crisis sin precedentes: el nivel del mar sube rápidamente, amenazando con sumergir por completo sus comunidades costeras. Este blog profundiza en cómo estos territorios están utilizando los recursos y ecosistemas marinos para encontrar soluciones y aumentar su resiliencia frente a los riesgos climáticos.

Imagina vivir con el agua a la altura de las rodillas durante seis meses cada año, donde las casas se inundan y la gente vive con el temor constante de que el mar algún día engullirá la ciudad y a todos sus habitantes. Esta es la realidad de las islas que se hunden en Filipinas: un conjunto de cuatro barangays insulares en Tubigon, ubicado en la región centro-sur de Bohol. En este lugar, el nivel del mar está subiendo a un ritmo alarmante de 10,8 milímetros al año, tres veces más rápido que la media mundial. Si esto sigue así, estas islas podrían desaparecer para el año 2100.

Tubigon se hundió un metro después de un terremoto de magnitud 7.2 hace más de una década. Mientras se seguían recuperando, las islas fueron arrasadas por un supertifón en 2021. Desató maremotos de cuatro metros de altura, destruyó más de 1.7 millones de hogares y desplazó a más de 3 millones de personas. Este año, el gobierno declaró que las islas son inhabitables.

Amenazas climáticas existenciales para las comunidades costeras

Las comunidades costeras, como las de Filipinas, enfrentan graves amenazas climáticas debido a la aceleración del aumento del nivel del mar, agravada por fenómenos meteorológicos extremos. Al igual que los pequeños Estados insulares en desarrollo, también conocidos como PEID, las zonas costeras de baja altura son las más vulnerables al cambio climático. Su ubicación geográfica los deja muy expuestos a desastres naturales y peligros como ciclones e inundaciones por mareas. Estas debilidades agravan los desafíos de desarrollo específicos de las comunidades costeras.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) informa que, si las temperaturas globales suben 1.5 grados, los niveles del mar seguirán aumentando y las regiones costeras bajas experimentarán eventos marinos extremos, como marejadas ciclónicas y mareas masivas, de manera anual para 2050. Los PEID, como Tuvalu y las Maldivas, junto con las islas de Tubigon que se hunden, son la prueba de las amenazas existenciales del cambio climático. Estas comunidades corren el riesgo de desaparecer si no se toman medidas urgentes.

Recuperarse de los riesgos climáticos

Si bien las comunidades insulares están amenazadas, tienen la capacidad de actuar. Muchos han demostrado su compromiso de abordar los riesgos relacionados con el clima en sus planes nacionales de acción climática. Su objetivo es desarrollar la resiliencia climática.

El término «resiliencia» se menciona frecuentemente en las conversaciones sobre el cambio climático, pero, ¿qué significa realmente? Proviene del verbo latino resilire, que significa «rebotar». La resiliencia se refiere a la capacidad de recuperarse de los riesgos, que, en el contexto del cambio climático, viene determinada por el grado de vulnerabilidad y exposición a las amenazas relacionadas con el clima. Para las comunidades costeras y las islas de baja altitud, el aumento del nivel del mar representa un riesgo significativo, por lo que deben fomentar la resiliencia para hacer frente y recuperarse de los peligros y desastres climáticos.

Aprovechar los ecosistemas de carbono azul en busca de soluciones

En investigaciones, se han revelado las oportunidades que ofrece el mar y sus recursos para fomentar la resiliencia climática. El ecosistema de carbono azul es un término colectivo que se refiere a recursos marinos naturales, como los manglares, las praderas marinas y los pantanos, conocidos por su capacidad para capturar y almacenar dióxido de carbono de la atmósfera. Estos recursos costeros pueden transferir y almacenar carbono diez veces más eficazmente que los bosques tropicales. Además, sustentan la producción pesquera, protegen las costas y reducen las inundaciones, y proporcionan hábitats para la fauna y las especies migratorias. En diversos estudios, se indica que conservar los ecosistemas de carbono azul es una estrategia oportuna y rentable para ayudar a las comunidades costeras a adaptarse al cambio climático.

Muchos PEID sirven como un buen ejemplo al implementar medidas que reflejan los hallazgos de estudios como estos para construir resiliencia y adaptarse a los impactos del cambio climático. Del mismo modo, los habitantes de Tubigon, muchos de los cuales son pescadores, aprendieron a adaptarse a la subida de las mareas. La comunidad local desarrolló diversas estrategias e iniciativas de resiliencia para preservar su forma de vida en las islas.

Aprovechando los recursos costeros para la adaptación al cambio climático

En Tubigon y la región de Bohol, se han estado implementando medidas durante mucho tiempo para proteger sus ecosistemas de carbono azul, lo que ayuda a los residentes a adaptarse a los riesgos climáticos. Su estrategia consiste en dos partes: suprimir las prácticas de pesca destructivas y preservar los recursos costeros, sobre todo los manglares. La comunidad local ha designado bantay dagat (que se traduce de forma literal como «protectores del mar») para patrullar su zona marina, que abarca 156 hectáreas de arrecifes de coral y 335 hectáreas de manglares. Estos protectores informan sobre actividades de pesca ilegal y protegen los bosques de manglares. Con el tiempo, muchos locales han pasado de métodos de pesca destructivos, como el uso de dinamita y cianuro, a una acuicultura más sostenible y alternativas de vida, que incluyen la pesca de cangrejos y calamares, la cría de meros y el ecoturismo.

Además, se presta especial atención a la protección de los manglares. La extensa zona de manglares de Tubigon se considera un valioso recurso de carbono azul que desempeña un papel crucial en la captura de carbono. Los expertos estiman que una plantación de manglares de 40 años puede almacenar más de 370 toneladas de carbono por hectárea. Asimismo, los manglares actúan como diques naturales que reducen la energía de las olas y protegen a los residentes de la subida del nivel del mar y de las inundaciones causadas por las mareas. Al invertir en la preservación de los ecosistemas de carbono azul, las comunidades costeras como Tubigon aprovechan un recurso esencial que sostiene sus medios de vida y mejora su resiliencia frente a los efectos del cambio climático.

Cambiando la marea

Las islas de Tubigon se mantienen a flote en medio de la intensificación de la batalla contra las amenazas climáticas. Más recientemente, Filipinas se unió a una alianza para desarrollar la resiliencia de las comunidades costeras. Además, fue seleccionado como el anfitrión de un fondo dedicado a apoyar a los países en su respuesta a las pérdidas y daños, lo que les permite recuperarse y reconstruir tras los efectos adversos de la crisis climática.

Dejar que las islas se hundan y que comunidades enteras desaparezcan es inconcebible, sobre todo cuando tenemos los recursos y las herramientas para hacer frente a la crisis más urgente del planeta. El tiempo se acaba, pero aún hay esperanza para cambiar la marea.

Anne Cortez
Consultor en comunicación y gestión del conocimiento, Banco Asiático de Desarrollo