Los sistemas alimentarios son los procesos y actores técnicos, económicos, sociales y ambientales mediante los cuales alimentamos a la población mundial. Actualmente, son el centro de nuestras crisis globales de salud y sostenibilidad, pero también pueden ayudar a enfrentar estos desafíos. Esta columna argumenta que las innovaciones en tecnologías, políticas e instituciones serán fundamentales para remodelar los sistemas alimentarios de nutrición, salud, inclusión y sostenibilidad. La cooperación mundial será clave para garantizar que las innovaciones en los sistemas alimentarios se difundan ampliamente y contribuyan positivamente al desarrollo mundial.
En materia de la seguridad alimentaria y nutrición hemos progresado enormemente. Entre 2000 y 2015 la proporción de personas en el mundo que padecen hambre disminuyó de 14.7% a 10.6%. Entre 1990 y 2015 la desnutrición que produce retraso en el crecimiento de los niños cayó de 40% a 23%.
Los sistemas alimentarios son los procesos y actores técnicos, económicos, sociales y ambientales a través de los cuales alimentamos a la población mundial. En la actualidad dichos sistemas han desempeñado un papel importante en este progreso. Sin embargo, también están en el corazón de nuestras crisis mundiales de salud y sostenibilidad.
Después de un período de declinación prolongada, el hambre mundial está en aumento. Millones de niños aún son demasiado bajos para su edad al tiempo que casi dos mil millones de adultos tienen sobrepeso u obesidad. Se trata de formas diferentes de desnutrición que se han convertido en las principales causas de enfermedad en el mundo.
Además, los sistemas alimentarios usan casi el 85% del agua dulce del mundo y casi una cuarta parte del territorio planetario está degradado. Los sistemas alimentarios contribuyen a la emisión de una quinta parte de los gases de efecto invernadero.
Sin embargo, los sistemas alimentarios tienen el potencial único de solucionar muchos de estos problemas. También pueden ayudar a alcanzar objetivos de desarrollo más amplios, como el empleo y el empoderamiento de las mujeres. Pero para hacerlo, necesitamos un nuevo sistema alimentario enfocado en la salud humana y planetaria. Las innovaciones tecnológicas, políticas e institucionales serán fundamentales para reformar los sistemas alimentarios.
Innovaciones tecnológicas
Las innovaciones tecnológicas son de gran importancia para mejorar nuestros sistemas alimentarios. Se han demostrado mejoras cuantificables para la producción agrícola y uso eficiente de los recursos derivadas de las tecnologías de aumento de rendimiento y de conservación. En especial, esto se ha demostrado en el uso de la teledetección, la agricultura de precisión y el cultivo sin labranza. La evidencia sobre las tecnologías de nutrición, como la biofortificación, ha demostrado ser capaz de mejorar la salud humana y la nutrición de manera significativa.
Las innovaciones dirigidas por los agricultores también seguirán siendo fundamentales ya que pueden ayudar a reducir la duración de la escasez de alimentos y a ahorrar recursos escasos. Por ejemplo, las cuencas de plantación de maíz mejoraron la seguridad alimentaria y la conservación del agua para las comunidades de Kenia.
También hay tecnologías nuevas y potencialmente transformadoras. Las proteínas alternativas, como la carne cultivada en laboratorio, pueden ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero agrícolas y el uso de los recursos; la edición de genes para la mejora de semillas puede producir más cultivos y mejorar los resultados nutricionales; la recolección de datos y su análisis pueden reducir los costos de transacción y mitigar el riesgo para los agricultores; y una cadena de transporte puede permitir la trazabilidad y la transparencia a lo largo de la cadena alimentaria.
Estas tecnologías deberían ampliarse con una consideración cuidadosa de su impacto en la nutrición infantil y el empleo de los pequeños agricultores.
Innovaciones de políticas
Las innovaciones van más allá de la tecnología. Las innovaciones políticas también son fundamentales, ya que pueden ayudar a establecer prioridades tanto para la salud humana como para el medio ambiente. Los gobiernos deberían subsidiar las inversiones para cultivos nutritivos, como frutas y verduras, en lugar de subsidiar alimentos pobres en nutrientes.
Los subsidios a los insumos agrícolas también pueden conducir a un uso excesivo de insumos y recursos naturales. Lo cual agrava la degradación de la tierra e incrementa la emisión de gases de efecto invernadero. Los subsidios deberían estar enfocados hacia mayores rendimientos en términos de eficiencia económica, nutrición y uso de recursos naturales; también deberían enfocarse en proporcionar ingresos directos o apoyo productivo para grupos vulnerables, incluidos pequeños productores, mujeres y jóvenes.
Además, gravar con impuestos los alimentos con alto consumo de emisiones, como la carne, podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y el uso de recursos naturales. Se podrían así evitar cientos de miles de muertes, ya que estos alimentos están asociados con factores de riesgo dietéticos y relacionados con el peso. Sin embargo, estos impuestos solo deberían considerarse para los países ricos que ya consumen demasiada carne.
Las innovaciones financieras, como la financiación combinada entre socios de desarrollo y sector privado, así como los mercados de carbono, pueden proporcionar capital para inversiones de múltiples partes interesadas y de múltiples ganancias.
Innovaciones institucionales
Las innovaciones institucionales pueden crear un entorno propicio para que estas políticas y tecnologías tengan un impacto amplio e inclusivo. La reforma agraria es fundamental para fortalecer los derechos sobre los recursos, especialmente los de las mujeres. La evidencia muestra que el registro de tierras para mujeres en Rwanda aumentó la probabilidad de que los agricultores emprendan inversiones a largo plazo, como la conservación del suelo para la sostenibilidad.
Se deben apoyar las cadenas de comercialización inclusivas, especialmente aquellas que vinculan a los comerciantes con cadenas de valor alimentarias modernas. Eso fue lo que se logró con la cadena láctea mejorada de India, que impulsó la producción y calidad de leche mediante cooperativas, plantas refrigerantes, transporte refrigerado y otras innovaciones en la cadena de valor.
La responsabilidad institucional también debe fortalecerse mediante la promoción de mecanismos de gobernabilidad que usen datos para mejorar el monitoreo. Por ejemplo, el sistema de puntuación para la transformación de la agricultura de África ofrece rendición de cuentas mediante el seguimiento del progreso de los compromisos adquiridos por de la Declaración de Malabo. Ésta, busca mejorar los medios de subsistencia mediante la transformación de la agricultura.
Por último, la comunidad mundial de desarrollo debería promover la ciencia y recolectar evidencia sobre los sistemas alimentarios. Quizás una plataforma científica para sistemas alimentarios comparable al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) podría proporcionar la base para la transformación de los sistemas alimentarios a nivel mundial.
El camino a seguir
La comida puede solucionar muchos problemas, pero primero debemos arreglar los sistemas alimentarios. Las innovaciones en tecnologías, políticas e instituciones serán fundamentales para remodelar los sistemas alimentarios de nutrición, salud, inclusión y sostenibilidad.
Diversas disciplinas, sectores económicos y países deben trabajar juntos para garantizar que nadie se quede atrás en el desarrollo e implementación de estas innovaciones. La cooperación mundial será clave para garantizar que las innovaciones en los sistemas alimentarios se difundan ampliamente y contribuyan al desarrollo mundial.