Medio ambiente, energía y naturaleza

La paradoja de la resiliencia climática: los nexos entre las estrategias frente a las olas de calor y la desigualdad social

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by

Catherine Otayek

Los problemas que traen las olas de calor no afectan de manera equitativa a toda la sociedad. Esta disparidad plantea cuestiones importantes sobre cómo las estrategias de resiliencia climática deben abordar no solo los desafíos medioambientales de las olas de calor, sino también las desigualdades sociales que estas exacerban. Es más, las propias estrategias deben evitar que las disparidades se intensifiquen.

El creciente impacto de las olas de calor

Las olas de calor, periodos prolongados de temperaturas extremadamente altas, ocurren con mayor frecuencia e intensidad a medida que las temperaturas globales siguen aumentando. La investigación muestra que la frecuencia de estos eventos extremos seguirá aumentando en el futuro, incluso si el calentamiento global se limita a 1.5°C. El costo humano es alarmante: las olas de calor pueden provocar golpes de calor, deshidratación y agravar condiciones de salud preexistentes. Esto podría incrementar las tasas de mortalidad, especialmente entre los ancianos, los niños pequeños y las personas con enfermedades crónicas.

La rápida urbanización, sin un desarrollo adecuado y planificado de infraestructuras, amplifica los riesgos asociados a las olas de calor. Las redes eléctricas sobrecargadas, los cortes frecuentes y la escasez de agua dejan a los residentes sin acceso a sistemas de refrigeración durante temperaturas extremadamente elevadas. Las cifras de las Naciones Unidas muestran que el 55 % de la población mundial reside en entornos urbanos, cifra que se espera que aumente hasta el 68 % en 2050. Este aumento proyectado destaca la necesidad urgente de una planificación urbana sostenible y una infraestructura resistente al clima para mitigar los efectos adversos de las olas de calor.

Lamentablemente, los riesgos asociados a las olas de calor no se distribuyen de manera uniforme. Según diversos estudios, las comunidades de escasos recursos, los grupos étnicos y aquellos que viven en zonas urbanas están mucho más expuestos al calor extremo. Estos grupos tienen más probabilidades de vivir en zonas muy urbanizadas, donde los efectos de las olas de calor son más graves. En muchas ciudades, el fenómeno de la isla de calor urbano, donde el hormigón y el asfalto absorben y retienen el calor, provoca que las zonas urbanas sean significativamente más cálidas que las zonas rurales, lo que agrava estos riesgos.

Además, estas comunidades vulnerables suelen tener menos acceso a recursos que podrían ayudarlos a hacer frente al calor extremo. El acceso limitado a la refrigeración, la vivienda inadecuada y la escasa disponibilidad de atención médica contribuyen a un mayor número de enfermedades y muertes relacionadas con el calor en estas zonas. Abordar estas disparidades es un aspecto crítico de la planificación de la resiliencia climática, pero a menudo se pasa por alto.

Estrategias de resiliencia climática

Para mitigar el impacto de las olas de calor, los gobiernos han estado implementando una variedad de estrategias de adaptación climática. Un enfoque ampliamente adoptado es la ecologización urbana (urban greening), que implica plantar árboles, crear parques y ampliar los espacios verdes. Estas iniciativas desempeñan un papel crucial en la refrigeración de los entornos urbanos, ya que proporcionan sombra y liberan humedad al aire mediante un proceso llamado evapotranspiración.

Según las investigaciones publicadas en la revista Landscape and Urban Planning, se sugiere que pequeños parches de vegetación pueden disminuir las temperaturas de la superficie durante el día hasta6°C. Mejorar el diseño de los edificios y la eficiencia energética es otra estrategia clave. Al diseñar viviendas con mejor aislamiento, materiales reflectantes y sistemas de refrigeración de bajo consumo, podemos reducir las temperaturas interiores y hacerlas más agradables para los residentes.

Las intervenciones de salud pública también son fundamentales en las medidas de resiliencia. Los sistemas de alerta temprana que informan al público sobre las olas de calor inminentes, junto con los centros de enfriamiento donde las personas pueden refugiarse del calor, son componentes esenciales de estas estrategias. Las ciudades que implementaron planes integrales de acción contra el calor han registrado tasas de mortalidad más bajas durante las olas de calor en comparación con aquellas que no cuentan con estas medidas.

Un caldero de inequidades sociales

Si bien estas estrategias de resiliencia son esenciales, conllevan su propio conjunto de retos y posibles inconvenientes. La ecologización urbana, por ejemplo, puede conducir inadvertidamente a la gentrificación verde. A medida que los barrios se vuelven más deseables debido a la creación de nuevos espacios verdes, el valor de las propiedades puede aumentar, lo que podría desplazar a las comunidades que deberían beneficiarse de estas mejoras. Las mejoras en la eficiencia energética de los edificios, aunque eficaces, a menudo quedan fuera del alcance de las poblaciones más vulnerables debido a los elevados costos iniciales, incluso si se cuenta con ayudas económicas.

Las medidas de salud pública no siempre son tan efectivas como podrían ser. Por ejemplo, los sistemas de alerta temprana pueden no llegar a aquellas personas que carecen de acceso a la tecnología, así como a quienes enfrentan barreras lingüísticas o tienen un dominio limitado del idioma. Las medidas de prevención del calor extremo no son igualmente accesibles para todos los géneros, y todavía no tenemos suficiente información sobre la influencia resultante en la vulnerabilidad.

Asimismo, los centros de refrigeración a menudo se infrautilizan debido a la falta de conciencia, las dificultades para acceder al transporte o las preocupaciones sobre la seguridad. Esto profundiza la brecha entre quienes están protegidos del calor extremo y quienes no.

Conclusión

La creciente frecuencia de las olas de calor presenta un desafío dual: abordar la amenaza inmediata del calor extremo mientras se enfrentan las inequidades sociales subyacentes que dejan a ciertas poblaciones más vulnerables. Aunque las estrategias de resiliencia climática existentes ofrecen herramientas valiosas, deben aplicarse teniendo en cuenta la dinámica social en juego. Al adoptar un enfoque centrado en la equidad para la resiliencia climática, no solo podemos proteger a más personas de los peligros de las olas de calor, sino también construir comunidades justas y resilientes en el proceso.

Catherine Otayek
Blog Manager, GlobalDev