Existe un amplio consenso de que la sostenibilidad fiscal implica políticas de finanzas públicas que promuevan el crecimiento económico, mantengan la solvencia nacional y la estabilidad financiera, y creen impuestos estables que sean justos a través de las generaciones. Basándose en la experiencia de Kenia, esta columna ilustra cómo establecer un plan de consolidación fiscal que abarque políticas para reducir el gasto público y aumentar los ingresos públicos es vital para mantener la sostenibilidad fiscal. Una vez que el país está en un camino sostenible, hay espacio fiscal que le permite financiar nuevos proyectos y prepararse para futuros choques económicos.
Finanzas públicas sanas, que se reflejen en equilibrios fiscales prudentes y en una posición de deuda soportable, son un requisito previo para el desarrollo económico sostenible en los países en desarrollo. Contribuyen a políticas gubernamentales creíbles y a la estabilidad macroeconómica y financiera. Como tal, para manejar las presiones futuras sobre las finanzas públicas, es vital mantener una política fiscal prudente – la gama de acciones gubernamentales que implican realizar cambios en el patrón, la estructura y el nivel de gasto público, impuestos y préstamos para lograr objetivos determinados.
La sostenibilidad de la política fiscal está definida por dos indicadores. En primer lugar, la relación entre la deuda pública y el producto interno bruto (PIB); en segundo lugar, la restricción del valor actual, que exige que la relación deuda-PIB siga siendo finita para que la política fiscal sea sostenible. Un criterio adicional establece que una política fiscal sostenible es aquella que haría que el valor descontado de la deuda fuera cero en el límite para que se mantenga la restricción del endeudamiento del valor actual.
A pesar de las diversas definiciones de sostenibilidad fiscal, existe un amplio consenso de que la sostenibilidad fiscal implica políticas de finanzas públicas que promuevan el crecimiento económico, mantengan la solvencia y creen impuestos estables que sean justos a través de las generaciones. Como tal, los gobiernos deben esforzarse por una política fiscal sostenible, dado que una política insostenible tiene implicaciones adversas para el crecimiento y la estabilidad financiera. Afecta el desempeño macroeconómico, retrasa el buen funcionamiento del sector privado y genera inestabilidad económica, lo que podría requerir un cambio de política. Además, plantea un riesgo de aumento de las tasas de interés futuras provocado por la baja confianza de los inversores privados en la deuda pública, lo que puede conducir a una desaceleración del crecimiento.
La política fiscal debe implementarse de manera sostenible para aprovechar las oportunidades que ofrece para promover el crecimiento, el empleo, la equidad y un equilibrio externo favorable, y para minimizar la exposición a los escollos asociados con la política. La sostenibilidad fiscal y la certidumbre son clave para el crecimiento a mediano y largo plazo de cualquier economía – lo que explica la importante atención que les prestan los responsables de la formulación de políticas.
A nivel mundial, se utiliza un índice fiscal para evaluar la sostenibilidad a corto y mediano plazo de la política fiscal y su impacto en el crecimiento. Este índice, calculado por el Banco Mundial, oscila entre uno y seis, donde uno es un bajo nivel de sostenibilidad y seis es un alto nivel de sostenibilidad.
En 2018, la calificación de política fiscal de Kenia fue de 3.5, similar a la de Tanzania pero inferior a la de Uganda y Ruanda entre los países de la Comunidad de África Oriental. Según la calificación, la sostenibilidad de la política fiscal de Kenia es moderada, aunque superior al promedio de 3.0 para el África subsahariana.
A nivel mundial, Aruba tuvo la calificación más alta en 2018 con un valor de 5. Este desempeño ejemplar se logró tras la aplicación de las recomendaciones esbozadas en la Hoja de Ruta para la Sostenibilidad Fiscal en Aruba. Estas se clasificaron en tres enfoques generales: acciones para aumentar los ingresos del gobierno; medidas de reducción del gasto; y un camino complementario que implica cambios que apuntan a la descentralización de las funciones gubernamentales, las reglas fiscales y la gestión de la deuda pública.
Una evaluación reciente de la sostenibilidad de la política fiscal en Kenia se centra en la composición de los gastos e ingresos del país, así como en el análisis de la tendencia de su déficit fiscal. También busca establecer si la política fiscal es actualmente sostenible.
El análisis del gasto público del país indica que la brecha entre el desarrollo y los gastos recurrentes en Kenia sigue ampliándose. Los gastos periódicos han sido más del doble de los gastos de desarrollo en los últimos años. La proporción de gastos recurrentes promedió el 75.1% entre 2008/09 y 2019/20, mientras que la proporción del gasto en desarrollo promedió el 24.9% durante el mismo período.
Por lo tanto, es necesario revisar la asignación de gastos para cumplir con el umbral del 30% especificado en la Ley de Gestión de las Finanzas Públicas (PFM, por sus siglas en inglés) de 2012. La composición de los gastos de desarrollo mostró que los proyectos de desarrollo representaron la mayor parte (67%) de los gastos de desarrollo, seguidos de las asignaciones en ayuda con una participación del 31%. Otros gastos de desarrollo representaron el 2% entre 2008/9 y 2019/20.
La composición de los gastos periódicos indica que las operaciones y el mantenimiento, así como los sueldos y salarios representaron la mayor parte durante el mismo período.
Los ingresos totales del gobierno están impulsados en gran medida por los ingresos fiscales y, por lo tanto, la estabilidad de su contribución es clave para anclar las decisiones de los gastos. Entre 2008/09 y 2019/20, la participación de los ingresos fiscales promedió el 89.8% de los ingresos totales del gobierno, mientras que los ingresos no tributarios y las subvenciones promediaron el 7.6% y el 2.6%, respectivamente.
Esto implica que el desempeño de los ingresos tributarios es crítico en el financiamiento del gasto público y, por lo tanto, tiene una fuerte correlación con el desarrollo económico. La desagregación de los ingresos fiscales en Kenia en varios encabezamientos fiscales indica que el impuesto sobre la renta contribuye con la mayor parte de los ingresos fiscales totales, seguido del impuesto al valor agregado (IVA).
Estos hallazgos indican que la política fiscal es débilmente sostenible, aunque rápida en el ajuste en caso de perturbación causada por choques a la economía. La evidencia en el estudio muestra que la política fiscal de Kenia es sostenible dentro del período analizado. Pero el país enfrenta el desafío de que sus gastos públicos crezcan a un ritmo más alto que sus ingresos públicos.
Estos resultados son comparables con los hallazgos de “Cambios de régimen y sostenibilidad fiscal en Kenia” y “Evaluación de la ciclicidad y sostenibilidad de la política fiscal para Kenia”, que establecieron que la política fiscal era sostenible, aunque los gastos electorales amenazaban la sostenibilidad fiscal a largo plazo de Kenia.
Es imperativo que el gobierno – a través de la Tesorería Nacional, el Departamento de Planificación del Estado y la Autoridad de Ingresos de Kenia – adopte un plan de consolidación fiscal que enfatice las reducciones en el gasto y la expansión de la base imponible. También es necesario revisar el gasto recurrente, dado que representa casi tres cuartas partes del gasto público total.
Para lograr esto, la Tesorería Nacional y el Departamento de Planificación del Estado podrían centrarse en reducir el gasto en salarios y sueldos, ya que representan la mayor parte de los gastos recurrentes. Al tratar de aumentar los ingresos fiscales y ampliar la base imponible, el gobierno podría considerar políticas tributarias y medidas administrativas que se centren en racionalizar, otorgar y monitorear las exenciones del impuesto sobre la renta de las empresas para salvaguardar la base imponible del impuesto corporativo y garantizar que las exenciones logren el propósito previsto.
En general, Kenia se encuentra actualmente en una senda fiscal débilmente sostenible. La débil sostenibilidad implica que los ingresos del gobierno no financian completamente el gasto público, lo que genera preocupaciones sobre cuestiones de deuda pública. Por lo tanto, es esencial desarrollar un plan de reducción del déficit fiscal que garantice que las finanzas públicas permanezcan en una senda sostenible a largo plazo.
El plan puede abarcar ampliamente políticas que reducirían el gasto público o aumentarían los ingresos públicos. Esto es vital dado que una vez que el país está en un camino sostenible, crea un espacio fiscal que le permite financiar nuevos proyectos y prepararse para futuros choques económicos.
Además, es importante coordinar eficazmente entre los gobiernos nacionales y de los condados, y entre los diversos ministerios, departamentos, organismos y partes interesadas, para garantizar la coherencia en la reducción del déficit fiscal.