La movilización de los ingresos fiscales sigue siendo esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, muchos ciudadanos y empresas son renuentes a cumplir con sus obligaciones fiscales, y cambiar su opinión sobre los impuestos, no es una tarea fácil para los gobiernos. Esta columna expone las posibilidades de promover un mayor cumplimiento de las obligaciones fiscales educando a los contribuyentes, especialmente a los jóvenes, sobre cómo se utilizarán sus impuestos para proporcionar infraestructuras y servicios esenciales, como la educación.
Los ingresos fiscales son la principal fuente de financiación pública de los países africanos, y desempeñan un papel fundamental para ayudarles a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y apoyar el desarrollo económico. Pero los gobiernos se enfrentan con frecuencia a ciudadanos y empresas que se niegan a pagar sus impuestos, y las consecuencias son fiscales, económicas y sociales.
Por ejemplo, entre 2019 y 2020, Níger perdió casi 14,500 millones de francos CFA por evasión y fraude fiscal. Económicamente, esas pérdidas distorsionan el mercado porque las empresas que no pagan impuestos tienen más margen para bajar sus precios (competencia injusta). Socialmente, la negación a pagar impuestos constituye un atentado contra el principio de justicia fiscal.
Por ello, para el Estado es esencial que los contribuyentes participen en el funcionamiento del sistema fiscal y cumplan las obligaciones que de él se derivan. Esta motivación intrínseca para pagar impuestos se define por el civismo fiscal.
El grado de «cumplimiento fiscal» depende de dos elementos: los mecanismos para garantizar el cumplimiento y la propensión de los ciudadanos a aceptar la legitimidad del Estado para recaudar impuestos. En otras palabras, la transparencia y la justicia social con una buena herramienta de promoción son la base para mejorar el cumplimiento fiscal.
La educación de los contribuyentes es la mejor manera de mejorar el cumplimiento de las obligaciones fiscales
El pensador del siglo XVIII Jean Jacques Rousseau dijo: «Los impuestos sólo pueden establecerse legítimamente con el consentimiento del pueblo o de sus representantes». Para promover la ciudadanía fiscal, la educación de los contribuyentes sigue siendo la herramienta más utilizada. Se trata de informarles sobre los distintos tipos de impuestos, su recaudación y sus derechos.
Según la OCDE, un mejor conocimiento de la fiscalidad puede desempeñar un papel esencial en la formación de la cultura fiscal de un país en el que los ciudadanos comprendan los efectos de pagar (o no pagar) sus impuestos en su vida cotidiana. El objetivo es, pues, reforzar la ciudadanía fiscal mediante una política activa de comunicación.
En Madagascar, por ejemplo, tras una vasta campaña de sensibilización lanzada en 2017, la tasa de recaudación ha pasado del 29% al 54% en la mayoría de los municipios que han recibido apoyo técnico y financiero. En Francia, que tiene un alto nivel de civismo fiscal, la cultura de control ha sido sustituida en parte por una cultura de servicio en la que la administración tributaria ve al contribuyente como un «cliente», un usuario y un ciudadano.
Se trata, pues, de reforzar la ciudadanía fiscal mediante una relación serena pero sin concesiones con los contribuyentes y sus representantes. Pero la posición de los agentes de los servicios públicos está marcada por una dualidad: prestan un servicio a los usuarios, la población (en lugar de estar a su servicio); y al mismo tiempo están al servicio del Estado, transmitiendo opciones y obligaciones de orden superior a los ciudadanos.
Las tecnologías de la información y la comunicación como herramienta para simplificar las obligaciones fiscales
Los países africanos también han utilizado las tecnologías de la información y la comunicación para promover el cumplimiento de las obligaciones fiscales. La revolución digital está contribuyendo a reducir los obstáculos al cumplimiento de las obligaciones fiscales. El objetivo es permitir las declaraciones fiscales en línea e implantar el telepago. En Burundi, por ejemplo, el pago de tasas administrativas por teléfono ha sido ampliamente aceptado (hasta un 94%).
Pero este desarrollo se enfrenta a grandes obstáculos, como la falta de comunicación y los procedimientos incomodos. Según el Banco Mundial, de los 1.3 billones de dólares invertidos en fiscalidad digital en 2018, 900,000 millones se gastaron en puro despilfarro.
Para aliviar este problema, algunos gobiernos han puesto en marcha campañas de sensibilización para promover las ventajas de los teleprocedimientos y tranquilizar a los usuarios indecisos (normas de seguridad). En Mali, el ratio de impuestos/PIB aumentó 2.7 puntos porcentuales hasta el 16,8% en 2019.
Sensibilizar a los jóvenes sobre la fiscalidad
Enseñar a los niños a cumplir las obligaciones fiscales es una herramienta de reciente aparición. La edad es uno de los principales factores determinantes del cumplimiento de las obligaciones fiscales en todo el mundo, ya que las personas mayores son menos propensas a justificar el fraude (OCDE). La educación fiscal se integra en el currículo escolar o a través del arte.
El programa de integración de la educación fiscal en las escuelas de Argentina ha tenido éxito. Se ha observado un alto nivel de satisfacción y de retención de conocimientos entre los participantes y la demanda de afiliación es cada vez mayor.
En Marruecos, el teatro se ha utilizado como trampolín para explicar a los niños las funciones sociales y económicas de los impuestos. Se distribuyen materiales de sensibilización como folletos, prospectos y audiovisuales como herramientas para aumentar la visibilidad y la concienciación de los jóvenes.
La creación de clubes como los «Amigos del recaudador de impuestos« también pretende «sensibilizar a los jóvenes al civismo fiscal desde una edad temprana para preparar una población bien informada y consciente a todos los niveles». Pero sigue habiendo renuencias. Las autoridades educativas están a veces menos motivadas para dedicar tiempo y energía a esta cuestión. Además, la falta de recursos humanos (funcionarios de Hacienda) es un obstáculo para la formación.
Conclusiones y recomendaciones
La educación de los contribuyentes, con especial atención a los jóvenes, combinada con una mejor comunicación, sigue siendo la herramienta más adecuada para impulsar a la gente a pagar sus impuestos.
Las tecnologías de la información y la comunicación pueden facilitar los procedimientos fiscales. Sin embargo, según el Banco Mundial, en más de un tercio de los países que dependen de la ayuda al desarrollo -y en el 70% de los estados frágiles y en conflicto- la recaudación de impuestos aporta actualmente menos del 15% de la riqueza nacional, una proporción aún menor.
Por lo tanto, la mejora de los ingresos fiscales sigue siendo un reto considerable, especialmente para los países en desarrollo. Fomentar el cumplimiento de las obligaciones fiscales por sí solo no lo resolverá.
Deben ponerse en marcha dos acciones prioritarias. Una es generar confianza y demostrar la eficacia de la acción pública y una mayor responsabilidad. En Dinamarca, por ejemplo, la tasa de imposición obligatoria es del 48.6%, pero se caracteriza por un altísimo nivel de civismo porque los contribuyentes perciben el impacto de los ingresos fiscales en el interés general en términos de infraestructuras, educación gratuita, etcétera.
El segundo ámbito de acción prioritaria es la fiscalidad del sector informal, que representa más del 70% del empleo total en las economías emergentes y en desarrollo. El objetivo es facilitar los procedimientos administrativos y establecer un nuevo contrato entre el Estado y el sector informal.
Para garantizar la eficiencia y la equidad en la movilización de ingresos, los gobiernos deben diseñar mejores políticas fiscales, modernizar las administraciones tributarias y aplicar reformas estructurales específicas para cada país.