La guerra de precios en el sector de los combustibles en Nigeria está perjudicando a los consumidores y debilitando la confianza pública en el Gobierno, a pesar de los pocos beneficios que esta representa desde un punto de vista económico más amplio. Este artículo subraya la necesidad de hacer reformas que privilegien la estabilidad y la igualdad para la población nigeriana. La ausencia de medidas para luchar contra los desequilibrios causados por la guerra de precios podría socavar los esfuerzos del país para alcanzar la liberalización económica, además de dejar a muchas personas con un sentimiento de decepción y abandono.
La actual guerra de precios del combustible entre la refinería de Dangote y la Compañía Nacional de Petróleo de Nigeria (NNPC, por sus siglas en inglés) está transformando el mercado energético en Nigeria. Por un lado, la guerra de precios permite apreciar hasta qué punto un mercado competitivo sano podría suponer el acceso a un combustible accesible y asequible para los ciudadanos nigerianos. Por otro lado, este contexto también pone sobre la mesa cuestiones urgentes sobre la volatilidad del mercado, la desigualdad y el papel de la liberalización.
Estadística recientes, que datan del 12 de agosto de 2025, muestran que la refinería de Dangote ha bajado su precio por litro de 850 a 820 nairas (una caída de unos 0,02 $ o 0,017 €). Como consecuencia, los operadores de los depósitos en Lagos, entre los que se incluyen Bovas, Emadeb y Pinnacle, han contrarrestado esta bajada reduciendo sus tarifas de 850 a 822 nairas (una cifra ligeramente superior a la de la refinería de Dangote). A su vez, el NNPC ha reducido el precio de venta al público hasta los 890 nairas por litro (un descenso con respecto a los 945 nairas anteriores). Si los precios están bajando, ¿qué es exactamente lo que preocupa a los nigerianos?
Aunque, en términos generales, la competencia es beneficiosa para la economía, muchos nigerianos consideran que la guerra de precios beneficia, sobre todo, a las dos entidades principales involucradas. Esta percepción negativa del público en general puede ser debida a la frustración por la falta de aptitud del Gobierno para cumplir de forma exitosa con sus objetivos en materia de políticas gubernamentales. Puede que el Gobierno tuviese buenas intenciones en el momento de retirar la subvención, pero el no haber conseguido establecer medidas apropiadas ni ejecutar su política de manera oportuna ha minado la confianza de la ciudadanía.
¿Qué está pasando con el sector de los combustibles en Nigeria?
La demanda de combustible aumentó de forma sustancial en Nigeria hacia finales del siglo XX. El consumo de gasolina de automoción pasó de 2,3 millones de toneladas métricas en 1979 a alcanzar las 4,4 millones de toneladas métricas en 1989, lo que representa un aumento anual medio del 7,5 %. Si avanzamos hasta el 2025, nos encontramos con un país en medio de una coyuntura crítica, con una cifra de importaciones de combustibles que ha caído un 67 % desde mediados de 2024.
Esta disparidad no se debe solo a un problema en la demanda, sino que está principalmente causada por un cambio en la capacidad nacional de refinado y por una agresiva guerra de precios del combustible. Por ejemplo, la refinería de Warri comenzó a operar en 2024, así como las refinerías de Port Harcourt y de Kaduna, que iniciaron su actividad en torno al mismo periodo. Este aumento en la producción nacional tuvo como punto de partida el año 2023 con la inauguración de la refinería de Dangote. Actualmente, se prevé que esta última alcance una capacidad de 650.000 barriles al día en 2025, una cantidad suficiente para satisfacer el 60 % de la demanda nacional de combustible. Pero, aunque el desarrollo de estas instalaciones ha mejorado el potencial operativo nacional en Nigeria, esta circunstancia también ha favorecido la bajada agresiva de precios por parte de los distintos agentes involucrados con la intención de obtener el control del mercado.
Para 236 millones de nigerianos, una bajada de los precios puede resultar un grato alivio, al menos de primeras, ya que reduce de manera significativa los costes de transporte y alimentación. No obstante, si la bajada de precios se vuelve insostenible, esta podría provocar incrementos repentinos de precio. Esto tendría un gran impacto negativo en las familias con bajos ingresos, que gastan una parte desproporcionada de sus ingresos en gastos de alimentación y energía.
En consecuencia, es necesario que el Gobierno construya un marco regulador que garantice una competencia de precios saludable. Un sistema «saludable» es aquel que protege al ciudadano nigeriano medio de «gastar sus ahorros actuales en las crisis del futuro». Hay muchos ejemplos de políticas efectivas en todo el mundo, como la Ley Sherman antimonopolio (1890) del Gobierno estadounidense, que contribuye a evitar que grandes empresas fijen precios insosteniblemente bajos para deshacerse de sus competidores. Un sólido régimen antimonopolio similar en Nigeria podría garantizar una competencia sana y reforzar la confianza pública en el programa político.
Subsidio sin protección: ¿dónde queda la red de seguridad?
En el día de su investidura, en mayo de 2023, el presidente Tinubu declaró que «la subvención para combustible ya era historia». La declaración del presidente tenía como objetivo poner un final definitivo al longevo programa de subvención para combustibles en Nigeria. En aquel entonces, economistas y observadores internacionales encomiaron esta política como un instrumento crucial para la gestión de la sostenibilidad fiscal.
Sin embargo, aunque la Administración consideró la declaración del presidente como una demostración de voluntad política, el curso de la situación fue menos favorable. El mercado reaccionó al anuncio de forma abrupta, con casi la triplicación del precio del gas en Nigeria y el consecuente frenesí de compra. De hecho, desde la retirada de la subvención hace dos años, en algunas regiones los precios del petróleo han aumentado hasta un 450 %.
En el momento de la reforma, los más críticos advirtieron de que la retirada del subsidio podría provocar un contexto de fragilidad económica si no se ponía en marcha un acompañamiento normativo de protección. Medios internacionales como el Financial Times y economistas del país como Bismarck Rewane argumentaron que los cambios políticos no iban acompañados de un sistema de apoyo suficiente para la población nigeriana. Este punto de vista está en línea con los estudios del Banco Mundial, que muestran que, en comparación con el período prereforma, aproximadamente 4 millones más de nigerianos se encontraban en situación de pobreza en 2023.
¿Qué camino seguir para avanzar?
La actual crisis debe servir como lección para los responsables políticos nigerianos. Muchos países a nivel mundial han sabido sortear con éxito los desafíos planteados por la liberalización del sector de los combustibles. La retirada de los subsidios para combustibles en India, por ejemplo, estuvo acompañada por una transferencia directa de los beneficios, lo cual garantizó la prestación de apoyo específico para familias vulnerables. Asimismo, los cambios en la política referente al subsidio en Indonesia en 2005 y 2014 tuvieron éxito, en parte, debido a que los beneficios fueron destinados a los seguros de salud y a infraestructuras rurales.
El Gobierno debería basarse en estas evidencias externas para garantizar la viabilidad de su mercado de combustible. Al fin y al cabo, los ciudadanos nigerianos apreciarán una política solo si pueden experimentar sus resultados de forma inmediata. Aunque la retirada de la subvención y las guerras de precios puedan ser beneficiosas para la economía nacional, los responsables políticos deben también asegurar que exista una confianza pública hacia el Gobierno y sus instituciones permitiendo que la población sea testigo de los beneficios del cambio político.
El objetivo no es solo que el combustible sea más barato, sino favorecer un sistema energético más equitativo que promueva el desarrollo inclusivo y la reducción de la pobreza. Todo ello mediante la implementación de políticas que garanticen que las personas más vulnerables no queden en el olvido. Los responsables políticos, tanto en Nigeria como en cualquier otro lugar, deben revisar, modificar y reformular de forma urgente aquellas políticas que constituyan un perjuicio para quienes se encuentran en situaciones más precarias. Conseguir que el precio del combustible sea justo es un buen comienzo.