¿Cómo se puede combinar el conocimiento de los investigadores, los responsables de formular políticas, y las comunidades locales de manera efectiva para enfrentar los desafíos del cambio climático? Esta columna describe el potencial de la «hibridación del conocimiento» impulsada por los ciudadanos, y lo aplica al objetivo de fomentar la resiliencia entre las personas que viven en regiones montañosas, los cuales son cada vez más vulnerables a los peligros naturales.
Los ecosistemas y las comunidades de las regiones montañosas son cada vez más vulnerables a los peligros naturales derivados del cambio climático y las adaptaciones de los sistemas terrestres. Un ejemplo es, en la cuenca del río Koshi en Nepal.
Tal vulnerabilidad existe en las intersecciones de los fenómenos ambientales imprevistos y la agencia humana. Esto implica que hay una posibilidad de cambio si podemos vincular diferentes comunidades de conocimiento, políticas, y acción, para poder permitirles trabajar en conjunto y resolver problemas complejos y perseguir los objetivos acordados.
La resiliencia es un objetivo que abarca un pensamiento adaptativo y transformador en respuesta a dinámicas no lineales de sistemas socio-ecológicos complejos. Tal pensamiento de resiliencia corresponde a un sentido de agencia humana para hacer un cambio.
¿Existe un mecanismo efectivo de cambio para fortalecer la resiliencia de la comunidad: la capacidad de una comunidad y sus miembros para adaptarse y prosperar en entornos sociales y ecológicos cambiantes? Creo que la «hibridación del conocimiento» impulsada por los ciudadanos es uno de esos mecanismos.
Los avances recientes en la teledetección y la ingeniería geológica han mejorado los esfuerzos para monitorear, predecir, prevenir y mitigar los peligros naturales de las montañas, tales como los deslizamientos de tierras. Pero numerosos investigadores también han reconocido los méritos del conocimiento local tradicional y su contribución a la resiliencia social y ecológica.
En muchos casos, las intervenciones de desarrollo que brindan conocimiento científico y soluciones técnicas derivadas del exterior no involucran a las comunidades locales en regiones montañosas remotas, tales como el Himalaya nepalí. Cuando se da el compromiso, las intervenciones pueden alienar a las comunidades si los expertos externos y los encargados de formular políticas ignoran el conocimiento cultural local e intentan «arreglar» los problemas en los lugares que se describen como subdesarrollados.
Para abordar esta disyuntiva entre el conocimiento local y el conocimiento científico, se requiere una comprensión más amplia de las condiciones en que se producen y ejercen los dos tipos de conocimiento. También requiere comprender cuándo son compatibles y cómo pueden integrarse a través de enfoques de colaboración para desarrollar la resiliencia al cambio ambiental local, regional y global.
La hibridación del conocimiento podría ser uno de esos mecanismos hacia la resiliencia, ‘donde el conocimiento, las prácticas y las creencias tradicionales se fusionan con nuevas formas de conocimiento y tecnologías para crear nuevos sistemas de conocimiento’.
Aunque la hibridación implica que ciertas piezas de conocimiento tradicional, tales como hechos, prácticas, creencias, experiencias y recuerdos, son reemplazados o respaldados por la ciencia, es a partir de la interacción entre reemplazo y respaldo que la capacidad de una comunidad para regenerarse y aplicar el conocimiento híbrido evoluciona.
La interacción funciona para crear condiciones de aprendizaje en las que se pueden inspeccionar y aplicar múltiples conocimientos, prácticas y creencias para permitir la toma de decisiones y la resolución de problemas, la adquisición de nuevos conocimientos y el desarrollo de capacidades adaptativas en respuesta a cambios sociales y ecológicos específicos. La capacidad de adaptación construida por dicho proceso contribuye a la resiliencia de la comunidad.
La investigación muestra que la participación en el conocimiento, por ejemplo, en temas ambientales, puede ser alienante para los poseedores del conocimiento local debido a un sentimiento de ambivalencia.
Las personas tienen una gran necesidad de imponer consistencia, coherencia y continuidad en su comportamiento. Cuando se enfrentan a nueva información que no cumple con su sistema de conocimiento existente, tal disonancia cognitiva activará un mecanismo de defensa para negar, reprimir o incluso fabricar experiencias imaginarias para preservar el status quo.
En este caso, si se observa una fuerte conservación del status quo entre los beneficiarios previstos de las intervenciones intentadas, puede ilustrar su ineficacia. Esto puede crear y requerir condiciones variadas para la participación del conocimiento y la hibridación para ayudar a abordar los desafíos de implementación asociados con la asimetría de la información, la separación de los conocimientos y la movilización de la comunidad.
En este sentido, las ciencias sociales desempeñan un papel en la comprensión de condiciones tan variadas y en la facilitación del proceso de hibridación del conocimiento. Por ejemplo, los métodos etnográficos en antropología y sociología se han utilizado para investigar el compromiso público en cuestiones ambientales. Se han producido valiosos datos cualitativos que ilustran lo que ha impedido que los laicos se involucren en tales asuntos.
La ciencia ciudadana también ayuda a poner en práctica la noción de hibridación del conocimiento. Por ejemplo, la cartografía digital colaborativa y el ‘SIG participativo’ (sistemas de información geográfica) se han sugerido como formas efectivas de la ciencia ciudadana para hacer realidad la hibridación del conocimiento.
En estas prácticas, los científicos profesionales y los miembros de la comunidad local «co-generan» mapas digitales e interactivos como resultado de la interacción del conocimiento y la coproducción. Por lo tanto, la comprensión científica general de la vulnerabilidad humana puede combinarse con el conocimiento local contextualizado que ‘integra la adaptabilidad humana con la vulnerabilidad para proporcionar una imagen más holística’ de la construcción de resiliencia de la comunidad.
Para fomentar la resiliencia de las comunidades agrícolas montañesas de manera más efectiva, la hibridación del conocimiento impulsado por los ciudadanos, a través del compromiso inmersivo y la empatía con los poseedores del conocimiento locales, ayudará a desarrollar una comprensión más completa de los procesos locales de toma de decisiones agrícolas. Dicha investigación producirá una historia atractiva que explora los significados detrás de las interacciones entre los agricultores, los responsables de formular políticas, y los investigadores.
Los científicos sociales prestan atención a la subjetividad de su tema de investigación: es decir, la construcción de significado; lo que constituye la hibridación, el conocimiento y las prácticas agrícolas «buenas y preferidas»; y cómo esto puedo haber informado la manera en que los investigadores aborden los temas del cambio ambiental, las intervenciones de desarrollo y la participación científica.
Cuando los científicos sociales participan activamente en la coproducción de conocimiento y las actividades de participación científica, sus interpretaciones reflexivas de cómo su propio conocimiento está siendo informado y fusionado con el conocimiento local son fundamentales para evidenciar el proceso de hibridación del conocimiento en ambos sentidos.
Un proceso de aprendizaje permite a los investigadores y agricultores dar sentido a las prácticas locales/científicas a través de la observación y las interacciones diarias. A medida que se coproduce más conocimiento, el límite entre el conocimiento científico y el local se difumina y se diluye cada vez más, acunando una fluidez vivida de la identidad de «agricultor-investigador/investigador-agricultor».
El hecho de que sus habilidades de comunicación evolucionen durante el proceso para expresar el conocimiento tanto local como científico puede considerarse como una expresión de hibridación de conocimiento donde la disonancia ontológica se reconcilia y el significado compartido se construye de forma conjunta.
Esta participación en la hibridación del conocimiento puede permitir que las comunidades de conocimiento, políticas, y acción se muevan más allá de las dicotomías de «Occidental» frente a «Tercer Mundo», tradicionales frente a modernas y locales frente a científicas, al mismo tiempo que cultiven la resiliencia para las comunidades montañesas.