Es más probable que los universitarios que no están conscientes de la capacidad de sus compañeros de más alto rendimiento persigan su trabajo ideal. Por el contrario, aquellos que se ven a sí mismos en la parte inferior de un grupo selectivo están más propensos a renunciar a sus planes iniciales. Estos hallazgos de una prestigiosa universidad de Brasil, reportados en esta columna, tienen implicaciones para las políticas de discriminación positiva tales como el sistema de cuotas. Dependiendo de qué tan lejos estén los estudiantes desfavorecidos del resto, un sistema así puede dañar la forma en que piensan acerca de sí mismos, lo que los psicólogos llaman “auto-concepto”, reduciendo las oportunidades de progreso en la carrera de su elección.
Desde temprana edad, la interacción con compañeros tiene un impacto significativo en las elecciones de carrera de los estudiantes, así como en su empatía social. En cada etapa de la educación formal, conocen a nuevos compañeros de clase y las aspiraciones de un estudiante pueden tomar un nuevo rumbo.
La universidad no es diferente, a excepción de los estudiantes que ya han dado un paso decisivo hacia la carrera de su elección y para quienes un cambio podría ser muy costoso. Otra diferencia es que los compañeros universitarios a menudo comparten opciones de carrera similares, así que los estudiantes tienen una mejor idea acerca de las personas con las que estarán compitiendo e interactuando en el futuro.
Algunos estudios indican que el mantener a estudiantes desfavorecidos en un ambiente con compañeros con un menor desempeño aumenta su autoestima, sus expectativas profesionales, y sus posibilidades de asistir a la universidad. Cambiarlos a una clase de mayor rendimiento podría evidenciar sus desventajas relativas, reduciendo el rendimiento percibido de inversión en educación y carrera.
Podría darse el caso en que estudiantes desfavorecidos que nunca interactúen con alumnos de alto rendimiento inviertan excesivamente en educación, reduciendo su retorno real de la inversión. Pero también podría ser que estos estudiantes se beneficien más que si hubieran asistido a una escuela altamente selectiva.
Desde la perspectiva de las políticas, se ha argumentado que el efecto de políticas de acción afirmativa yace en algún punto entre el beneficio de la calidad institucional y el daño causado a los estudiantes que se comparan desfavorablemente con sus compañeros. Si una posición ordinal más baja generalmente desalienta a los estudiantes, y las minorías están concentradas en la parte inferior de la distribución de habilidades, la acción afirmativa puede de hecho aumentar la brecha social en las futuras profesiones.
Esto no implica que dichas políticas deban evitarse; en su lugar, se sugiere que deberían combinarse con programas que mitiguen el efecto de la posición percibida.
El diseño de estos programas depende de si el efecto de la posición en verdad existe, cuánto afecta el comportamiento de los estudiantes, y cómo varía entre estudiantes. El problema es que la comparación simple entre estudiantes aparentemente iguales en diferentes escuelas, programas, e incluso grupos del mismo programa, puede ser engañosa. No nos dice si las diferencias en el futuro se deben a las habilidades individuales, la calidad institucional, la calidad de los estudiantes, o la posición percibida.
Por ejemplo, algunos estudios han demostrado que las escuelas de élite sorprendentemente tienen poco efecto en el desempeño académico. Pero esto podría ser resultado del hecho de que los estudiantes desfavorecidos, quienes serían los que se beneficiarían más de la calidad de la escuela, también son los más sensibles a la posición ordinal.
Para calcular el efecto combinado de la calidad de los compañeros y la posición percibida, reunimos información de una de las principales universidades emblemáticas de Brasil y comparamos estudiantes que se inscribieron en el mismo programa el mismo año, pero quienes están separados en dos grupos.
Basándose en la puntuación de ingreso, se llena el “primer” grupo con los mejores estudiantes que eligen inscribirse. El “segundo” grupo incorpora a los candidatos restantes con las menores puntuaciones.
En términos de capacidades y preferencias individuales, el último estudiante del primer grupo es casi igual al primer estudiante que queda fuera. Al comparar a estos dos estudiantes, sabemos que las únicas diferencias son la constitución de su grupo y la posición ordinal. Estar en el primer grupo implica tener mejores compañeros, pero también significa estar en una posición inferior.
Dado que la mayoría de las instituciones de élite en Brasil son públicas y gratuitas, retrasar la graduación de la universidad no sólo es un problema para el estudiante, sino también para el presupuesto del gobierno. En la Universidade Federal de Pernambuco (UFPE), menos del 60% de los estudiantes se gradúan a tiempo y cerca del 10% trata de cambiar el programa de estudio.
Los estudiantes más bajos del primer grupo están un tercio más propensos a probar un programa diferente, y como resultado, retrasar su graduación, que si se hubieran inscrito en el segundo grupo.
En el futuro, también tienen una probabilidad menor de obtener un puesto principal, tal como gerente o servidor público, y ganan menos en el inicio de su carrera. Por ejemplo, las mujeres tienen dos veces más probabilidades de obtener un puesto gerencial si asistieron al grupo con los peores compañeros. Por tanto, parece ser que tener mejores compañeros hace más daño que bien para el estudiante universitario promedio.
Estos efectos netos por asistir al primer grupo sugieren que la influencia negativa de la posición percibida al graduarse predomina sobre el beneficio de la calidad de los compañeros. En un intento de aislar la contribución de la posición percibida, verificamos cómo la comparación entre el primer y segundo grupos cambia conforme la diferencia observada en la calidad de los compañeros entre los grupos varía.
En generaciones del programa en donde la diferencia absoluta en la calidad de los compañeros es casi cero, los estudiantes aún enfrentan una caída significativa en la posición relativa si asisten al primer grupo en lugar de al segundo. Por consiguiente, el efecto de asistir al primer grupo debe obedecer principalmente a la posición ordinal. Conforme la calidad de los compañeros del primer grupo aumenta, el efecto de la posición se mitiga.
Por ejemplo, debido a su posición inferior, un estudiante del primer grupo tiene al menos 20 por ciento menos probabilidades de graduarse a tiempo. Pero si la calidad de los compañeros de su grupo es 0.4 desviaciones estándar mayor, el efecto es significativamente menor. Para las mujeres, en especial, no habría diferencia en la graduación entre grupos a este nivel.
Figura 1:
Efectos de la asistencia al primer grupo sobre la graduación oportuna por diferencia en la calidad de los compañeros
El efecto de la posición sobre las decisiones en la universidad es más débil para las mujeres que para los hombres y un pequeño incremento en la calidad de compañeros lleva el efecto neto de asistencia al primer grupo cerca de cero. Para los hombres, el efecto de la posición es mucho más fuerte y sólo se neutraliza por una diferencia anormal en la calidad de los compañeros.
Las diferentes formas en las que hombres y mujeres responden a la posición ordinal se pueden explicar por su comportamiento competitivo distinto. Sin duda, los estudiantes masculinos son aún más sensibles a la posición ordinal si se inscriben en un programa en donde la mayoría sean mujeres.
Otra característica que afecta la respuesta a la posición ordinal es la educación de sus padres. Tanto el desempeño académico como los resultados en el mercado laboral responden menos a la posición si los padres tienen un título universitario.
Asimismo, el efecto de la posición es menos pronunciado entre candidatos que eligen su programa con base en las oportunidades del mercado, en lugar de otros motivos tales como realización personal y la reputación del programa. Ambos hallazgos sugieren que una mejor información hace que el efecto de la posición sea más débil.
En general, estos hallazgos sugieren que iniciativas sencillas como proporcionar información acerca de las perspectivas laborales y ofrecer apoyo psicológico pueden tener efectos positivos en los estudiantes desfavorecidos. Estos efectos podrían ayudarles a beneficiarse de sus compañeros en lugar de sentirse intimidados por su nivel de desempeño.