Entre los investigadores y profesionales en el sector del desarrollo, la financiación y el papel de la infraestructura para promover el crecimiento económico, han resurgido como temas principales. En este artículo se enfatiza la necesidad de considerar el potencial impacto del cambio climático en las inversiones en infraestructura. En África subsahariana, por ejemplo, la adopción de políticas para mitigar los daños a las nuevas redes de caminos puede ahorrar miles de millones de dólares en costos de mantenimiento en todo el continente.
El Premio Nobel Amartya Sen ha observado que “incluso la factibilidad de un alto crecimiento económico se ve amenazada por el subdesarrollo de la infraestructura social y física”. Sus comentarios reflejan la naturaleza fundamental de la infraestructura en cualquier sociedad.
Pero si bien todas las sociedades enfrentan el desafío de la instalación y el mantenimiento de infraestructura, este desafío es desproporcionadamente grande para los países en vías de desarrollo. Por ejemplo, en África, es tal el déficit de infraestructura que sólo un tercio de la gente que vive en el área rural vive dentro de dos kilómetros de un camino transitable todo el año –el acceso más bajo en el mundo en vías de desarrollo-.
De manera similar, el consumo de energía alcanza a sólo el 10% en comparación a otras regiones del mundo en vías de desarrollo. Se estima que para abordar este déficit de infraestructura se requiere un monto adicional de $ 93 mil millones por año. Esta suma sobrepasa la capacidad de los países en vías de desarrollo e implica un papel para los bancos de desarrollo.
Es todavía más complicado el desarrollo exitoso de infraestructura en países ubicados ciertas regiones, como África subsahariana. Lo anterior, debido al impacto desproporcionado del cambio climático proyectado en ellas. Múltiples proyecciones muestran que en grandes partes de África rural está aumentando la temperatura y posiblemente la humedad.
Este cambio en las condiciones operativas esperadas probablemente generará una perturbación sustancialmente mayor de las redes de infraestructura, acortará la vida esperada de la infraestructura y hará subir los costos de reparación y rehabilitación. Un estudio reciente concluye que los costos de mantenimiento vial en África podrían aumentar 270% y que se podría perder un monto de 83 mil millones de dólares en generación hidroeléctrica debido a los cambios en la temperatura y la precipitación.
En vista del impacto proyectado del cambio climático en los países en vías de desarrollo, es necesario que los bancos de desarrollo y los gobiernos de los países en vías de desarrollo miren hacia el futuro al planificar sus inversiones en infraestructura.
Ya no es viable solamente mirar al pasado. De hecho, para los países en vías de desarrollo, la construcción de infraestructura que satisfaga las necesidades de un entorno pasado implica una carga adicional.
Específicamente, además de encarar las necesidades de mantenimiento rutinario, los gobiernos tendrán que hacer frente a requisitos adicionales relacionados con el agrietamiento de los caminos inducido por la temperatura y con los deslizamientos en áreas rurales.
Para ilustrar esto, utilizamos los resultados del estudio reciente financiado por el Banco Mundial sobre la infraestructura vial subsahariana, en que se analiza el impacto del clima en 2,8 millones de kilómetros de caminos, incluidas las nuevas inversiones viales en el Programa de Desarrollo de Infraestructura en África (PIDA).
El estudio multianual analiza los requisitos existentes en cuanto al mantenimiento vial, posibles requisitos futuros de mantenimiento en una multiplicidad de escenarios climáticos y propone estrategias para reducir el impacto del cambio climático.
El estudio concluye que, en África subsahariana, se estima que los costos de mantenimiento adicionales promedio (en diferentes escenarios climáticos) del cambio climático alcanzan los 56 mil millones de dólares para los años 2015-50, comparado con los costos climáticos históricos de 15 mil millones de dólares. Además, puede ser que los costos sean significativamente más elevados, de hasta tres veces el promedio.
El estudio muestra que se proyecta un incremento de los costos de mantenimiento asociados con los tres factores de estrés –la temperatura, la precipitación, las inundaciones– frente a los costos históricos, sobre todo los asociados con inundaciones.
A lo largo de la red PIDA, los costos más altos están asociados con los cambios proyectados en la precipitación; el costo estimado promedio es 32 mil millones de dólares para el periodo 2015-50. Esto es porque los cambios en la precipitación tienen impactos serios en las carreteras no asfaltadas, que representan casi tres cuartas partes de la red vial.
En la gama de impactos climáticos, los costos estimados pueden ser hasta diez veces más elevados que los costos históricos. Está claro que los riesgos máximos de la falta de acción frente al cambio climático proyectado son mucho más grandes que los costos de mantenimiento históricos.
El desafío para los países en vías de desarrollo está en lo que pueden hacer para abordar la combinación del déficit de infraestructura y los impactos proyectados del cambio climático.
El punto de partida es que tienen que reconocer explícitamente que el desarrollo de infraestructura es una parte integral del éxito económico de un país en vías de desarrollo. Ha sido documentada esta conexión y hay avances, si bien son lentos.
Pero es necesario reconocer también el riesgo asociado de ignorar los impactos proyectados del cambio climático en la infraestructura. Con base en lo anterior, la comunidad de los bancos de inversión tiene que cambiar sus políticas de inversión.
El estudio sobre el transporte vial en África subsahariana concluye que la adopción de políticas para mitigar los daños puede ahorrar miles de millones de dólares en costos de mantenimiento. El desafío para los bancos de desarrollo es si la comunidad de inversión está dispuesta a encarar los posibles cambios en los entornos de operación futuros.
A pesar de ser loable que se está trabajando en infraestructura, se debe considerar que ésta implica una mayor carga para los países en vías de desarrollo y es sólo una inversión parcial.