Ciencia, finanzas e innovación

¿La Iniciativa del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda de China debería cruzar los polos?

5 min

by

Iulia Monica Oehler-Sincai

La Iniciativa del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda de China busca promover la conectividad y la cooperación entre países, regiones y continentes. En este artículo se describen algunos de los posibles beneficios y costos, y sobre todo se comparten preocupaciones por la creciente presencia de China en el Ártico y el Antártico –dos regiones ricas en recursos naturales, cuya protección ambiental es de gran importancia para todo el planeta.

China contribuye enormemente al desarrollo de las comunicaciones, el transporte y la infraestructura a nivel mundial. Además, es promotora clave de la cooperación internacional, tal y como sobresale de sus iniciativas recientes, entre las cuales está ‘Un Cinturón, Una Ruta’. Su ascenso económico y geopolítico constituye una característica central del mundo globalizado, y el credo del Presidente de la iniciativa se conoce como el ‘espíritu de la Ruta de la Seda’ de ‘la paz y la cooperación, la apertura y la inclusión, el aprendizaje mutuo y el beneficio mutuo’ (NDRC, 2015).

Pero en vista de su creciente papel, es muy importante que China no deje de lado las preocupaciones ambientales, sobre todo en el contexto de un mundo cada vez más interconectado.

Ahora se ha rebautizado el proyecto ‘Un Cinturón, Una Ruta’ como la ‘Iniciativa del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda’. Esto, para subrayar que no se trata de un solo cinturón y una sola ruta, sino que hay una multitud de cinturones y rutas continentales y marítimas. La geometría variable de la Iniciativa del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda es menos clara para los socios de China, a pesar de que es sencilla: el impulsor ofrece un marco de cooperación generosa, que será desarrollado, conjuntamente con los países socios e instituciones financieras implicadas, de acuerdo con prioridades transfronterizas y regionales comunes.

Muchos países –pero no así Estados Unidos – se muestran receptivos a la Iniciativa del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda. Sin embargo, sigue habiendo una serie de inquietudes respecto al gobierno chino, incluyendo la falta de comunicación y claridad sobre el proyecto; lo prolongado del periodo de su implementación; la ausencia de compromisos firmes con respecto a asuntos sociales y ambientales; el impacto de las empresas chinas en la competencia global; y el énfasis en los intereses propios de China (Servicio de Estudios del Parlamento Europeo, 2016, Arduino, 2016, Godement, 2015).

En 2049, la República Popular de China celebrará su 100 aniversario. El objetivo central de la ‘Nueva Ruta de la Seda’ consiste en desarrollar la infraestructura y mejorar la conectividad y la cooperación entre países, regiones y continentes. Busca ser un garante de la paz y la estabilidad, en contraposición a la actual escalada de inseguridad, hostilidad y terrorismo.

En definitiva, China está haciendo un buen trabajo, incluso al fusionar sus objetivos económicos y geopolíticos. De acuerdo con Cheng (2015) y PNUD-CCIEE (2016), la Iniciativa del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda abarcará más de 70 países y contribuirá a la diversificación de los mercados de exportación de China; al fomento del crecimiento económico, a tanto a nivel regional como mundial; a una mayor presencia de la economía asiática en el plano internacional; a una menor dependencia mundial del dólar; a la rápida internacionalización del renminbi; y a garantizar la seguridad alimentaria y energética.

Más allá de esos resultados generalmente positivos, la Iniciativa del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda tiene posibles efectos dañinos para el medio ambiente. Desde comienzos de 2017, las discusiones internacionales sobre dicho proyecto, incluyen un tema nuevo: la incorporación de las regiones del Ártico y el Antártico. Esto ha avivado aún más las tensiones entre entusiastas, partidarios, oponentes y críticos del proyecto mundial más grande jamás propuesto por un solo país.

China es observador en el foro intergubernamental del Consejo Ártico, desde mayo de 2013; es decir, desde unos meses antes de anunciar la iniciativa ‘Una Cinturón, Una Ruta’. En 2017, China fue el anfitrión de la 40 Reunión Consultiva del Tratado Antártico en Beijing, donde resonó la frase del Profesor Hu Angang de la Universidad de Tsinghua: ‘Un Cinturón, Una Ruta y Un Círculo’ (Huang, 2017).

Hay una clara conexión entre el cambio climático y las nuevas oportunidades empresariales en el Ártico, como la exploración de petróleo y gas, la minería, la industria de la expedición, el turismo y la pesca (Masters, 2013). Se utiliza la frase ‘infraestructura subdesarrollada’ para referirse a regiones ricas en recursos naturales pero con escasa conectividad y poca población. Esto no debería significar que se pueda prestar menos atención a la protección ambiental. Por el contrario, al igual que en otras partes, ésta debería ser la prioridad número uno en el Ártico.

Al igual que para Antártica, en este momento rige una prohibición para las actividades mineras y de recursos minerales hasta, por lo menos, el año 2048. Lo anterior, en el marco del Protocolo de Madrid al Tratado Antártico (firmado en 1991 y en ejecución desde 1998). De acuerdo con este protocolo, Antártica es una ‘reserva natural, consagrada a la paz y la ciencia’. China –que firmó el Tratado Antártico en 1983 (24 años después de su inicio) y el Protocolo de Madrid en 1991– parece decidida a apoyar la responsabilidad mundial y compartida por la protección de esta región. 

Por ende, la presencia china en los Polos Norte y Sur va acompañada de nuevas variables. Todos los países tienen que cumplir con un equilibrio entre medio ambiente y economía (Brown, 2017). Los avances tecnológicos pueden reducir la presión sobre los recursos y apoyar este propósito, en beneficio de todos nosotros.

 

Iulia Monica Oehler-Sincai
Senior Researcher, Institute for World Economy of the Romanian Academy