¿Cómo puede la ciencia del Hemisferio Sur desempeñar un papel más importante en la política de desarrollo? Esta columna describe cómo construir “ecosistemas de investigación” efectivos que puedan ayudar a igualar la oferta de investigación y la demanda de nuevos conocimientos para informar el desarrollo económico y social. Los elementos clave incluyen mecanismos para apoyar a los jóvenes científicos del Sur, para así permitir que los investigadores se involucren “fuera del laboratorio”, para que la información científica relevante sea utilizable y se pueda trabajar con los responsables de la formulación de políticas para proporcionar evidencia rigurosa, oportuna la cual a menudo, es producida a nivel local.
Tome cualquiera de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (desde “no pobreza” hasta “agua limpia y saneamiento”), o cualquier desafío global que afecte los medios de vida de millones de personas (desde la desigualdad de ingresos hasta la malaria), inevitablemente existe la necesidad de nuevos conocimientos. Pero, ¿cómo decidimos quién debe hacer la investigación, qué nivel de recursos asignar y cómo ayudar a llegar a las personas adecuadas?
Al alejarse de los llamados genéricos para una política más informada por la evidencia, la comunidad de desarrollo puede participar en reflexiones más profundas y apoyar a programas emergentes que permitan a la ciencia del hemisferio sur desempeñar un papel más importante.
Una herramienta conceptual que puede ayudar es la idea de alineación, o, por el contrario, de “desajuste” entre la oferta de investigación y la demanda de nuevos conocimientos para informar el desarrollo socioeconómico. Esto es especialmente importante en los países en desarrollo, donde los recursos para la ciencia son escasos.
Otra es la noción de un “ecosistema de investigación” efectivo, donde el enfoque está en una amplia gama de interacciones en lugar de unas pocas personas u organizaciones clave.
Investigación para el desarrollo: establecer la agenda del “derecho”
La Iniciativa de Consejos de Becas de Ciencia [Science Granting Councils Initiative] se creó en el 2015 para fortalecer las capacidades de 15 consejos de becas de ciencia, similares en el África subsahariana para apoyar la investigación que contribuya al desarrollo económico y social. Sin embargo, estos consejos manejan una amplia gama de expectativas y presiones, desde comunidades científicas nacionales e internacionales, gobiernos y donantes internacionales, por nombrar solo algunos.
Los impulsos por la “excelencia descontextualizada”, siguiendo los modelos de evaluación de investigación desarrollados (y ahora ampliamente criticados) en el Hemisferio Norte, a menudo crean incentivos perversos que dificultan la investigación para el desarrollo. Además, a pesar de los esfuerzos en contrario, muchas colaboraciones Norte-Sur continúan siendo desiguales en su diseño inherente, y son relativamente ineficaces tanto para desarrollar la capacidad como para abordar las prioridades de los países en desarrollo.
Sin embargo, más que nunca lo que se necesita son mecanismos que permitan a los países del Hemisferio Sur hacerse cargo de su agenda de investigación, al tiempo que fortalecen el diálogo entre investigadores y usuarios de la investigación, y apoyan las colaboraciones internacionales para abordar los desafíos globales.
Las agencias de financiamiento de la ciencia en todo el mundo deben demostrar su valor económico a través de una gestión eficaz de los fondos de investigación y ser “intencionales” para lograr resultados significativos y abordar los “desajustes evidentes” en las áreas de investigación prioritarias.
En el Hemisferio Sur, donde los fondos públicos suelen ser escasos, articular vías de investigación para “resultados de desarrollo”, por ejemplo, puede ser fundamental. Esto, a su vez, puede llevar a un mayor apoyo para la investigación, un mayor reconocimiento público de la evidencia científica y un fortalecimiento de la educación universitaria.
Las metodologías de investigación sólidas son una condición necesaria pero insuficiente para articular estas vías. A partir de las etapas iniciales de la planificación de la investigación, los científicos y los administradores de la investigación deben comunicarse con las empresas, las ONG y otras partes interesadas que comprenden los contextos locales, nacionales y regionales relevantes.
Construyendo ecosistemas de investigación efectivos para el desarrollo: redes, personas y herramientas
No se trata solo de que los gobiernos centrales determinen cómo deben gastarse los fondos de investigación en su país. Más bien, necesitamos ecosistemas de ciencia pública sólidos que puedan centrarse en la capacidad de los investigadores y los intermediarios del conocimiento, y que permitan nuevas estructuras y redes que cierren la brecha entre la investigación y la política.
Pensar en términos de ecosistemas de investigación tiene muchas implicaciones concretas para la investigación para el desarrollo basada en el Hemisferio Sur. En primer lugar, se trata de crear redes productivas y sostenibles. Esto significa diseñar colaboraciones de investigación Norte-Sur de una manera decidida para promover la equidad, la circulación cerebral (en lugar de la “fuga de cerebros”) y la transferencia de habilidades.
También significa promover nuevas colaboraciones internacionales de investigación Sur-Sur, que son muy poco frecuentes en comparación con las asociaciones Norte-Norte y Norte-Sur. Y significa habilitar redes de personas y organizaciones con habilidades complementarias para operar en la interfaz ciencia-política. Estas redes deben combinar el conocimiento técnico con un entendimiento, por ejemplo, de los mercados regionales, de los medios de vida rurales o de las brechas en las políticas públicas.
En segundo lugar, en estas redes, necesitamos científicos del Sur que sean reconocidos nacional e internacionalmente, dentro de las comunidades tanto científicas como políticas.
Algunas iniciativas clave, como la Red Internacional sobre Asesoramiento Científico del Gobierno [International Network on Government Science Advice] (INGSA) y el Programa de Liderazgo Científico Africano, están permitiendo a los investigadores adquirir conjuntos de habilidades para participar y liderar “fuera del laboratorio”. En términos más generales, necesitamos mecanismos para apoyar a los científicos que inician su carrera, como los administrados por la Academia Africana de Ciencias [African Academy of Sciences] (AAS) y la Organización para la Mujer en la Ciencia en el Mundo en Desarrollo [Organization for Women in Science in the Developing World].
Tercero, necesitamos herramientas y sistemas para que la información científica relevante esté disponible y sea utilizable. Plataformas como AAS Open y SciELO pueden mejorar la visibilidad del conocimiento de relevancia nacional o regional, a veces en idiomas distintos al inglés, que de otro modo tendrían dificultades para competir en el mercado cada vez más grande de las editoriales en su mayoría del Norte.
Además, como muestran las experiencias de la INGSA en África, Asia y América Latina, necesitamos estructuras (de varios tipos) que puedan negociar esta información al aprovechar la política de “demanda” de una manera sistemática. No se trata de que los investigadores le digan a los políticos “qué hacer”. Más bien, se trata de trabajar con los responsables de la toma de decisiones para comprender las necesidades de evidencia rigurosa, oportuna y, a menudo, producida a nivel local para la política, y para desarrollar conjuntamente los medios para proporcionar dicha evidencia.