Medio ambiente, energía y naturaleza

Olas de calor marinas: amenaza emergente para la seguridad mundial

6 min

by

Mohd Yunus

El aumento de la temperatura del océano destruye los medios de subsistencia, exacerban tensiones geopolíticas y generan nuevos conflictos por los recursos marinos. Este artículo examina los efectos socioeconómicos de las olas de calor en el océano y plantea la pregunta: ¿qué medidas podemos tomar?

En 2022, la pesca del cangrejo de las nieves en Alaska se suspendió por primera vez en su historia debido a una drástica caída en la población de cangrejos. Los expertos sugieren que la causa más probable de esta caída fue la falta de alimentos y otros factores derivados de la ola de calor marina de 2018-2019. El cierre de actividades resultó en la pérdida de US $287,7 millones en ingresos y afectó a miles de empleos en las comunidades costeras de Alaska.

Al mismo tiempo, el fenómeno de blanqueamiento de corales en Australia, causados por olas de calor marinas, arrasan los ecosistemas de los arrecifes de coral y generan pérdidas económicas significativas en el sector turístico. Según la Autoridad del Parque Marino de la Gran Barrera de Coral, el arrecife genera US$4 mil millones anuales para la economía australiana y crea 64,000 puestos de trabajo. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advierte que, si el blanqueamiento continúa, la economía australiana podría perder casi 1.000 millones de dólares y 10.000 puestos de trabajo al año debido a la reducción del turismo.

Las olas de calor marinas, que el IPCC describe como períodos de temperaturas superficiales del océano inusualmente altas que pueden durar de días a meses, se están volviendo cada vez más frecuentes y severas. Según el IPCC, la frecuencia de estos fenómenos se ha duplicado desde 1982 y se está intensificando debido al aumento continuo de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)

Sin embargo, los efectos de las olas de calor marinas afectan mucho más que solo la disminución del cangrejo de las nieves en Alaska y el blanqueamiento de los corales. Estos fenómenos pueden intensificar las tensiones geopolíticas actuales y desencadenar nuevos conflictos sobre los recursos marinos.

Conflictos pesqueros

En 2009, la migración de la caballa del Atlántico hacia el norte, impulsada por el calentamiento del océano, generó una discusión entre Islandia, las Islas Feroe y Groenlandia, y la Unión Europea y Noruega, sobre las cuotas de pesca. En respuesta a la migración de la caballa del Atlántico hacia aguas más frías en su zona marina, Islandia y las Islas Feroe incrementaron unilateralmente sus cuotas. Esto generó preocupaciones sobre la sobrepesca y elevó las tensiones diplomáticas. Este acontecimiento enfatiza cómo las variaciones en la distribución de las poblaciones de peces pueden desestabilizar acuerdos internacionales y, posiblemente, llevar a conflictos más graves.

En un estudio en Global Change Biology se proyecta que para el 2100, hasta el 50 % de los hábitats principales de casi la mitad de todas las especies marinas se verán afectados debido a los impactos del cambio climático. Esto llevará a que la mayoría de las especies marinas migren hacia los polos, lo que alterará de manera drástica el mapa pesquero a nivel mundial y desafiará los límites marítimos y acuerdos de pesca vigentes.

Migración debido al cambio climático

Las olas de calor marinas también afectan las tendencias de migración humana relacionadas con el clima, sobre todo en regiones costeras. A medida que los ecosistemas marinos colapsan y las economías locales se debilitan, las comunidades costeras se ven obligadas a reubicarse. Esto podría agotar los recursos en las regiones de destino e intensificar las tensiones sociales. Según el Banco Mundial, se estima que el cambio climático forzará el desplazamiento de más de 216 millones de personas para el año 2050. Aunque esta cifra abarca una variedad de impactos climáticos, la erosión de los medios de vida costeros debido a las olas de calor marinas es un factor que contribuye de manera significativa.

Políticas para proteger los ecosistemas marinos

A nivel global, los gobiernos comenzaron a desarrollar e implementar políticas para enfrentar estos retos. En Estados Unidos, California ha tomado medidas proactivas para salvaguardar sus ecosistemas marinos. En 2018, el estado implementó el Plan de Acción de California en contra de la Acidificación del Océano que aborda tanto la acidificación oceánica como los impactos de las olas de calor marinas. California también estableció una red de Áreas Marinas Protegidas (AMP) que cubren aproximadamente el 16 % de las aguas estatales. Según las investigaciones preliminares, estas AMP parecen exhibir una mayor resiliencia ante las olas de calor marinas. Se registró una recuperación del 75 % más rápida en la diversidad taxonómica en comparación con las zonas que no están protegidas.

En Europa, la Unión Europea adoptó un enfoque regional para la protección marina a través de su Directiva de Estrategia Marina. Esta política, que se implementó en 2008, establece que los Estados miembros de la UE deben desarrollar estrategias para alcanzar un «buen estado ambiental» en sus aguas marinas antes de 2020. La UE también ha lanzado la Estrategia Crecimiento Azul, un plan a largo plazo para apoyar el crecimiento sostenible en los sectores marino y marítimo.

Al reconocer la dimensión global de los desafíos del océano, las Naciones Unidas han inaugurado el Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030). El propósito de este ambicioso programa es activar los esfuerzos internacionales en ciencia oceánica y en el intercambio de datos para promover una gestión sostenible del océano. Es demasiado pronto para juzgar el impacto total de esta iniciativa, pero ya facilitó una colaboración internacional ampliada en investigación marina y en la creación de políticas.

Aunque los gobiernos de todo el mundo han realizado importantes esfuerzos para enfrentar los desafíos que presentan las olas de calor marinas, la efectividad de estas políticas sigue siendo incierta. La complejidad y naturaleza multifacética del problema no se pueden resolver con soluciones simples y exige una acción global coordinada. Además, aunque muchas de estas políticas abordan la conservación marina en términos generales, frecuentemente carecen de un enfoque específico en los desafíos únicos que presentan las olas de calor marinas.

La solución más clara es intensificar los esfuerzos a nivel mundial para disminuir las emisiones generadas por la combustión de carbón, petróleo y gas. Es fundamental que los compromisos globales actuales, como los del Acuerdo de París, se ejecuten de manera responsable. Asimismo, las oportunidades de innovación como las que brinda el Estándar Global de Soluciones Basadas en la Naturaleza de la UICN son fundamentales. Al integrar la reducción de combustibles fósiles con inversiones en soluciones basadas en la naturaleza, los gobiernos pueden avanzar significativamente hacia el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.

A medida que las olas de calor marinas se vuelven más frecuentes, prolongadas, extensas y severas, la investigación y el monitoreo a largo plazo son esenciales para evaluar sus consecuencias y predecir futuros eventos. Adicionalmente, la intrínseca y conectada naturaleza de los ecosistemas marinos, así como los significativos impactos de las olas de calor en el medio ambiente natural y en las comunidades humanas, requieren un conjunto de datos holístico. Esta información debe incluir la temperatura, las corrientes, la salinidad, los niveles de pH y la biodiversidad. Las iniciativas de colaboración internacional, como el GOOS, pueden facilitar la cooperación en la investigación a nivel global.

La investigación y el seguimiento a largo plazo podrían contribuir al desarrollo de sistemas de aviso anticipado. Al recopilar datos y recursos, podemos crear un sistema de alerta temprana internacional o regional para las olas de calor marinas, lo que facilitaría la implementación oportuna de estrategias de mitigación para proteger a los ecosistemas y comunidades vulnerables.

En definitiva, proteger nuestro océano de las consecuencias del cambio climático no es solo un deber ambiental, sino un paso crucial para mantener la estabilidad y la seguridad global ante un futuro cada vez más incierto.

Mohd Yunus
Investigador independiente, Khon Kaen University,