La manufactura sigue siendo un elemento esencial del desarrollo y en este artículo se argumenta que África tiene una oportunidad única para industrializarse. Esto es posible por la convergencia de dos tendencias: las tecnologías emergentes que están transformando radicalmente la naturaleza de la manufactura y el resurgimiento de la iniciativa empresarial en todo el continente.
El crecimiento del sector manufacturero es esencial en el proceso de desarrollo – lo que Dani Rodrik llama el ‘imperativo manufacturero’. Pero la manufactura en el África subsahariana contribuye apenas al 11% del PIB y al 6% del empleo. El continente todavía se tiene que industrializar.
Si bien se afirma que la manufactura ya no es importante y que las regiones en vías de desarrollo como África podrían prescindir completamente de ella, quisiera aportar argumentos en sentido contrario.
También me quiero oponer al pesimismo de algunos sectores en el sentido de que África no puede industrializarse – porque se ha quedado muy atrás, porque la manufactura es demasiado compleja, porque África no tiene las ‘capacidades’ para industrializarse o porque le falta gobernanza.
Incluso quiero argumentar en contra de los planteamientos bien intencionados pero erróneos, que afirman que los países africanos deberían promover tipos de manufactura tradicionales (pero anticuados), sólo para ‘aprender’ sobre la manufactura.
Mi afirmación central es que África tiene una oportunidad única para industrializarse. Esto es por la convergencia de dos tendencias: una es la disponibilidad de nuevas tecnologías que están transformando radicalmente la naturaleza de la manufactura y dos, por el resurgimiento de las empresas tecnológicas de reciente creación en todo el continente.
Las tecnologías emergentes están alterando la manufactura
Primero proporcionaré una descripción de estas tecnologías emergentes y de cómo están cambiando la manufactura. Las más importantes desde el punto de vista de la manufactura son la robótica, la impresión en 3D, el ‘Internet de los Objetos’ Industrial, los materiales avanzados, la digitalización y el análisis de macrodatos.
Desde 2007 estas tecnologías han empezado a converger y a dar la vuelta a la manufactura, a través de la integración de los mundos físico y digital que dio lugar a la tendencia de ‘productos como servicios’.
Un elemento típico del impacto de las tecnologías con propiedades exponenciales (como las plataformas digitales) es que las cosas son más baratas y más accesibles. Piense en todas las funciones gratuitas de los teléfonos inteligentes: GPS, videoconferencias, capacidad de procesamiento, reproductor de video, cámara de video, etc. En 1985, esto hubiera tenido un costo de US$ 32 millones.
En el caso de la manufactura, estas tecnologías están democratizando y desmaterializando la producción.
Un ejemplo del efecto de democratización está reflejado en el surgimiento del movimiento del ‘hacedor’, que se refiere a la creciente importancia de las pequeñas micro empresas que utilizan la impresión 3D y plataformas en línea para el comercio electrónico como Etsy, para diseñar y entregar productos únicos a sus clientes – lo que da lugar a la personalización masiva. En 2018, se gastaron más de US$ 12 mil millones en el mundo entero en equipos e impresoras 3D y se espera un incremento significativo en los siguientes años.
La impresión 3D está despegando en África. En 2014, el empresario togolés Afate Gnikou ganó un premio internacional por manufacturar el prototipo de una impresora 3D de desechos electrónicos reciclados a un costo de menos de US$ 100. Al demostrar los beneficios de la convergencia de tecnologías, utilizó financiamiento colectivo (crowdfunding) para reunir capital.
Otro de los muchos ejemplos es el proyecto 3DAgDev, que utiliza la impresión 3D para que las pequeñas agricultoras en África tengan acceso a tecnología para ‘diseñar y desarrollar sus propias herramientas agrícolas ahorradoras de mano de obra’. Gracias a estos nuevos métodos ‘los manufactureros de herramientas locales pueden copiar prototipos de plástico y desarrollar sus propias modificaciones’.
La desmaterialización de la manufactura se ve facilitada por la creciente digitalización de la manufactura, incluyendo la inteligencia artificial y el creciente uso de materiales avanzados como los nano materiales y los compuestos de fibra de carbono.
Junto con la impresión 3D, estas tecnologías están dando lugar a un mayor consumo de productos no físicos y a una menor producción física. Ya no es necesario tener tantas existencias, los productos utilizan menos insumos físicos, duran más y permiten el uso compartido, lo que apoya la ‘economía compartida’ (que se estima alcanzará un valor de US$ 335 mil millones hasta 2025).
El resurgimiento de las empresas tecnológicas de reciente creación está transformando el paisaje empresarial africano
Finalmente, estas nuevas tecnologías están facilitando la manufactura. Permiten a los países y a los empresarios enfocarse en el lado empresarial. Las demandas de los consumidores determinarán la industrialización de África. Y aquí las cosas están mejorando: está creciendo la clase media; y el paisaje de las empresas de reciente creación está prosperando como nunca antes.
Veamos sólo dos indicadores: el crecimiento del capital de riesgo para empresas tecnológicas de reciente creación en África y el crecimiento del ecosistema de las empresas tecnológicas de reciente creación, tal como está reflejado en el número de aceleradores e incubadoras de empresas de reciente creación que se está propagando en todo el continente.
En primer lugar, como se muestra en la Figura 1, entre 2012 y 2018, se multiplicó por diez la cantidad de capital de riesgo que iba a las empresas tecnológicas africanas de reciente creación.
Figura 1: Financiamiento para capital de riesgo para empresas tecnológicas africanas de reciente creación, en US$ millones
Fuente: Basado en datos de Jake Bright.
En segundo lugar, el ecosistema de las empresas tecnológicas de reciente creación en África (que se conoce como ‘Silicon Savannah’) se ha desarrollado rápidamente desde 2007, cuando se lanzó M-Pesa en Kenia. En la actualidad hay más de 314 ‘tech hubs’ (centros tecnológicos) y por lo menos 60 aceleradores especializados en empresas tecnológicas de reciente creación en el continente.
Algunos ejemplos son iHub en Kenia, blueMoon en Etiopía, BongoHive en Zambia y Startpreneurs en Nigeria, un acelerador centrado en inteligencia artificial, aprendizaje automático (machine learning), realidad virtual, blockchain y ciencias de datos. El acelerador growthafrica que opera en Kenia, Uganda y Etiopía reporta que ha apoyado a 289 empresarios nuevos y que ha creado 25.000 empleos desde 2002.
Al mismo tiempo, cada vez más gigantes tecnológicos mundiales se están uniendo al boom tecnológico local al invertir en los empresarios tecnológicos de África. Recientemente, Google ha anunciado que establecería un Laboratorio de Inteligencia Artificial en Ghana.
Estas evoluciones han coincidido con el rápido crecimiento del empleo en la manufactura en África, como se puede ver en la Figura 2. El empleo en la manufactura creció más rápidamente en Etiopía y Kenia, que son los epicentros de la nueva cultura de las empresas de reciente creación en África.
De hecho, en la última década el sector manufacturero africano ha crecido a una tasa promedia del 3,5% por año, o sea más rápido que en las economías avanzadas. En lo que respecta a la exportación de productos manufacturados, el crecimiento anual promedio en África era del 7,4% en los años 2005-2014. Sólo crecieron más rápidamente las exportaciones de manufacturas de Asia.
Figura 2: Empleo en la manufactura africana
Fuente: Compilación del autor basada en datos de la base de datos Expanded Africa Sector Database (ASD) de Mensah y Szirmai (2018).
Política en apoyo de la industrialización en África
Para aprovechar la mayor cantidad posible de beneficios de la convergencia de tecnologías nuevas y el resurgimiento del sector empresarial, los gobiernos africanos deberían centrarse en cinco áreas estratégicas genéricas esenciales:
- Asegurar un acceso a internet de alta velocidad.
- Ampliar el suministro de electricidad.
- Acelerar el desarrollo de habilidades, sobre todo de los empresarios y gerentes.
- Invertir en ciudades inteligentes y su infraestructura.
- Promover la apertura comercial y la conectividad mundial.
Está claro que África no es una sola entidad, sino que está caracterizada por una enorme heterogeneidad entre y dentro de los países y regiones. Los países no avanzarán al mismo ritmo en su desarrollo, y de la misma manera, no todos avanzarán de la misma manera en el desarrollo de sus sectores manufactureros. Pero aprovechar los beneficios de las nuevas tecnologías mediante las cinco áreas estratégicas genéricas señaladas arriba, valdrá la pena para todos los países africanos – incluso para los que prefieren especializarse en la agricultura – en vista de la urgente necesidad de crear empleos que satisfagan a su creciente fuerza laboral.
Independientemente del nivel de desarrollo de un país o sus perspectivas inmediatas relativas a la industrialización, la nueva revolución industrial ofrece un cambio con una narrativa nueva de aquí en adelante en lo que respecta al desarrollo de África. Como tal, sería un error argumentar que África debería invertir en sectores manufactureros tradicionales en función de la idea de que de alguna manera esto haría que los países adquieran experiencia para ‘aprender’ cómo industrializarse. Hay pocas oportunidades en las industrias ‘viejas’ para aprendizajes útiles en la época de la manufactura digital disruptiva.
Efectivamente, serviría sólo para encerrar a los países en sectores manufactureros sin futuro. África no se convirtió en un líder en el campo de ‘fintech’ (tecnología financiera) al invertir en bancos tradicionales o al esperar que los gobiernos tomen la iniciativa, sino a través de su iniciativa empresarial para adelantarse y adaptar tecnologías nuevas a las necesidades de su gente.
Ahora que se está democratizando y desmaterializando la manufactura por el uso de tecnologías nuevas, les toca a los empresarios del continente producir los bienes requeridos por la clase media urbana, joven y creciente de África.