Medio ambiente, energía y naturaleza

Opciones de política económica para proveedores de recursos naturales. La evidencia de Australia.

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Renée Fry-McKibbin and Mardi Dungey

A menudo un floreciente sector de recursos naturales puede tener consecuencias adversas para la economía nacional. En este artículo se comparte evidencia recopilada en estudios sobre la bonanza sostenida de los recursos en Australia, más que nada como resultado de la expansión económica de China. La respuesta apropiada de los encargados de elaborar las políticas macroeconómicas en este tipo de circunstancias depende de comprender los factores que impulsan la creciente demanda de materias primas.

Cada país tiene su propio conjunto de recursos naturales como petróleo, agua, tierras fértiles o reservas minerales. Para los países abundantes en recursos naturales, éstos pueden llegar a representar una parte significativa de su economía y comercio. Países como Argentina y Australia tienen un comercio de minerales, Ucrania vende granos y Arabia Saudita vende petróleo.

Si bien la abundancia de recursos puede generar prosperidad, también puede ser una ‘maldición’. Los precios de las materias primas no son estables y debido a las fluctuaciones es muy difícil para los países ricos en recursos manejar su economía.

El desequilibrio sectorial que puede resultar de la alta demanda de recursos y la pérdida de competitividad en el sector no relacionado con los recursos, se conoce como la ‘enfermedad holandesa’, que fue descrita formalmente por primera vez por los economistas australianos Gregory (1976) y Corden (1984).

Con miras a explorar estos desafíos, nuestra investigación estudia evidencia de la bonanza extensiva y sostenida de recursos en Australia como resultado de la expansión económica china. A finales de la década de los 2000, China representaba aproximadamente dos tercios de la demanda mundial de mineral de hierro y los suministros de Australia casi la mitad de las exportaciones mundiales de mineral de hierro.

Sobre la base de un pequeño modelo económico, analizamos las interacciones de un sector extranjero que consta de la demanda china de recursos, los precios internacionales de las materias primas y la producción mundial, en relación con la economía australiana, incluyendo las inversiones en el sector minero, las exportaciones, el PIB, la inflación, el tipo de interés interno y el tipo de cambio.

Distinguimos los efectos macroeconómicos en Australia de tres tipos relevantes de shocks internacionales:

  • Shocks en la demanda de materias primas de China.

  • Shocks que podrían afectar la oferta internacional de estas materias primas a nivel mundial, por ejemplo, con el descubrimiento de un nuevo recurso mineral.

  • Shocks que afectan la economía mundial pero que no están relacionados directamente con las materias primas, como por ejemplo el colapso del sector financiero en el periodo 2008-09.

Estas fuentes tienen efectos diferentes en la economía australiana. Por ejemplo, el aumento de la producción china que requiere más mineral de hierro eleva la demanda de mineral de hierro producido en Australia; es decir que la producción tanto china como australiana se mueven hacia arriba.

Un shock que incrementa independientemente el precio de la materia prima, por ejemplo, al exigir mayores normas de seguridad que dan lugar al cierre de varias minas en operación, hará bajar la producción china por el mismo nivel de gasto, en vista de que la producción se encarece.

A pesar de ser diferentes los mecanismos de ajuste a corto plazo entre los dos shocks, nuestros resultados muestran que un sector de recursos naturales en auge puede tener, en cualquier caso, efectos adversos en la producción de una economía basada en dichos recursos. De hecho, a más largo plazo ninguno de los shocks tuvo un efecto positivo en Australia.

En un inicio pueden parecer similares los efectos de estos dos tipos de shocks. En ambos casos, la creciente demanda de materias primas australianas está asociada con precios más altos e inversiones en minería durante más de 40 años. Es decir, los efectos de los shocks relacionados con las materias primas son a largo plazo. Pero también hay evidencia de la ‘enfermedad holandesa’ como resultado de ambos tipos de shocks, aun cuando la economía se va alejando del sector no relacionado con los recursos hacia el sector de los recursos.

Sin embargo, cuando la fuente del shock relacionado con las materias primas es una creciente demanda de esa materia prima, aumentan tanto la producción como la inflación de Australia. Esto se contrarresta con una política monetaria interna más ajustada.

En cambio, un shock que aumenta la oferta de materias primas disponibles primero genera una caída de la producción australiana, a pesar de la mayor inversión en minería. El mecanismo de ajuste probable es mover los insumos para la producción -i.e. el empleo- del sector no relacionado con los recursos al sector de los recursos.

El resultado es que disminuye la producción en los sectores no relacionados con los recursos. Al mismo tiempo, hay una apreciación del tipo de cambio flotante, lo cual es un obstáculo todavía más grande para que compita el sector no relacionado con los recursos. La caída de la producción en el sector no relacionado con los recursos es mayor que el aumento de la producción en el sector de los recursos en respuesta al incremento del precio, lo cual produce mayores pruebas de la operación de la ‘enfermedad holandesa’.

No es fácil elaborar políticas macroeconómicas cuando son elevados los precios de las materias primas. Considerando las diferencias en cuanto a la transición de los shocks que se han descrito arriba, está claro que es crucial entender qué tipo de shock se está enfrentando exactamente.

Además de entender la transmisión de shocks, muchos factores tendrán un impacto en las respuestas de política, algunos de los cuales son difíciles de predecir con certidumbre en tiempo real. Por ejemplo:

  • ¿La bonanza será temporal o permanente?

  • ¿Cómo debería responder la política monetaria?

  • ¿Cómo responderá el tipo de cambio al auge?

  • Si es suficientemente fuerte la apreciación de la moneda interna, esto puede moderar los efectos inflacionarios de un auge. ¿Pero cuánto es suficiente?

  • ¿O será que la apreciación de la moneda genera una pérdida de competitividad en el sector no relacionado con los recursos?

La manera en que el gobierno administra el lado fiscal de los ingresos extraordinarios de los recursos puede contribuir a que la ‘maldición’ se haga realidad. De manera alternativa, puede ser una palanca diseñada para mitigar parte del exceso de demanda en ciertas partes de la economía. Podría ser mediante la redistribución de los recursos en la economía interna (para apoyar el ajuste estructural de la economía), mediante la economía internacional (por ejemplo, con un fondo soberano para compensar los influjos de capital extranjero que podrían avivar el auge) o a lo largo del tiempo (para la distribución intergeneracional de los beneficios de un auge de los recursos).

 

Renée Fry-McKibbin
Professor, Crawford School of Public Policy
Mardi Dungey
Professor, University of Tasmania