Derechos básicos e igualdad

Abordar el apoyo oculto a las desigualdades de género

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Elisabetta De Cao and Zahra Siddique

¿Qué se puede hacer para combatir la desigualdad de género en el mundo en desarrollo? Esta columna argumenta que, además de en inversiones en escuelas y educación basada en la comunidad, las reformas deben centrarse en cambiar las mentalidades y mejorar la situación económica y social general de las mujeres.

Las diferencias en los resultados socioeconómicos para hombres y mujeres en los países en desarrollo son generalmente mayores que las existentes en el mundo desarrollado. Estas disparidades de género son especialmente graves y multidimensionales en el sur de Asia, donde las tradiciones patriarcales continúan determinando las decisiones sobre el matrimonio, el empleo y la escolarización. Pero se trata de un problema mundial: por ejemplo, las mujeres están desproporcionadamente expuestas a múltiples formas de violencia y abuso, desde violencia en la pareja (VP) hasta mutilación genital femenina (MGF), así como matrimonio forzoso y precoz.

Una revisión sistemática de datos procedentes de 81 países señala que el 30% de las mujeres de 15 años o más han experimentado violencia física y/o sexual por parte de su pareja en algún momento de su vida. La Organización Mundial de la Salud calcula que, en África, más de tres millones de niñas corren cada año el riesgo de sufrir MGF, que incluye todos los procedimientos que alteran o causan lesiones en los órganos genitales femeninos. En todo el mundo, alrededor de 140 millones de niñas y mujeres viven con las consecuencias de la MGF.

La VP tiene importantes repercusiones sanitarias, sociales y económicas. Estas incluyen efectos físicos y psicológicos directos en las víctimas, provocando a menudo homicidios de mujeres y muertes por motivos de dote. Las víctimas de MGF también sufren consecuencias negativas durante toda su vida y en diversos resultados sanitarios y socioeconómicos.

En reconocimiento de estas consecuencias adversas, reducir la violencia doméstica y poner fin a la MGF figuran entre los principales propósitos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Las razones de la persistencia de la violencia contra las mujeres son múltiples. Pero las causas de la MGF no se comprenden bien. Por ejemplo, un informe de investigación revela que el riesgo de sufrir MGF es mayor entre sociedades históricamente más pastorales. Otro estudio indica la existencia de un apoyo oculto a la práctica entre las mujeres.

En un comentario anterior de GlobalDev, presentamos pruebas experimentales de apoyo oculto a la violencia de género entre mujeres jóvenes en Bangladesh. Ese apoyo a la violencia de género entre víctimas potenciales sugiere que la desigualdad de género se encuentra a menudo profundamente arraigada. Esto sugiere un desafío subyacente más amplio: la necesidad de cambio en las estructuras sistémicas de poder que favorecen en la actualidad a los hombres.

¿Pero qué debe hacerse para mejorar las actitudes de las mujeres hacia la MGF, reducir el apoyo al maltrato a las esposas y, otras formas de violencia de género como el matrimonio infantil? Dos respuestas políticas populares son el acceso a la educación escolar y los programas de empoderamiento.

La reseña de un artículo publicado en The Lancet ofrece un completo resumen de las intervenciones disponibles para reducir la violencia contra las mujeres y las niñas, incluyendo VP y MGF. Mientras que las intervenciones en países de altos ingresos se centran en las respuestas a la violencia, en los de renta baja y media han tendido a enfocarse en su prevención.

El último conjunto de intervenciones puede aglutinarse en grupos participativos de programas de capacitación, intervenciones de movilización comunitaria e intervenciones de subsistencia (por ejemplo, favoreciendo el empoderamiento económico de las mujeres o proporcionando transferencias de efectivo a los hogares). Se considera que los programas de capacitación en grupo son prometedores en lo que respecta a la reducción de la incidencia en la violencia contra las mujeres. Al mismo tiempo, las evidencias son menos claras respecto a la eficacia de los programas de empoderamiento para grupos.

En Bangladesh, la organización para el desarrollo internacional BRAC ha introducido una serie de clubs basados en los Programas de Desarrollo para Adolescentes (PDA), que exponen a las niñas adolescentes a una variedad de actividades. En nuestra investigación, evaluamos la eficacia de una variante del programa PDA, que proporcionó formación no formal y difusión de información sobre salud sexual, derechos de género y disposiciones legales sobre violencia contra las mujeres.

Paradójicamente, descubrimos una mayor probabilidad de que las niñas adolescentes expuestas a este programa oculten su verdadero apoyo a la violencia doméstica, que podría ser debido por su parte a cumplir con las expectativas de aquellos que proporcionan el programa de tratamiento.

En líneas generales, estos resultados subrayan la dificultad que conlleva a cambiar actitudes de género de forma permanente mediante programas de empoderamiento social, incluso en contextos en los que la escolarización de las niñas y las oportunidades económicas han mejorado considerablemente en los últimos años, como es el caso de Bangladesh.

Esto exige más innovaciones programáticas. Afortunadamente, se han logrado algunos avances a este aspecto. Esto incluye el plan de formación ‘empoderamiento y subsistencia para adolescentes’(ESA) en Uganda,  ABHVICA (Asociación Bangladeshí para las Habilidades de Vida, Ingresos y Conocimientos para Adolescentes) en Bangladesh y el programa Kishori Kendra (KK) de empoderamiento de género basado en la formación y los incentivos financieros para retrasar el matrimonio, que también se encuentra en Bangladesh.

Los programas disponibles que ofrecen empoderamiento junto con incentivos son prometedores. Pero basándose en experiencias en el marco del programa KK, un componente estándar de empoderamiento es de nuevo insuficiente. También es de crucial importancia lograr la transformación económica y cultural a gran escala, tal como destaca un estudio previo sobre el papel de la televisión por cable en la reducción de la aceptación declarada de violencia doméstica y preferencia por hijos sobre hijas en las zonas rurales de la India.

Por tanto, además de inversión en educación escolar y de base comunitaria, las reformas encaminadas a erradicar la desigualdad de género en el sur de Asia deben centrarse en mejorar la situación económica y social en general de las mujeres.

 

Elisabetta De Cao
Assistant Professor, LSE
Zahra Siddique
Senior Lecturer, University of Bristol