Las evaluaciones internacionales a gran escala a menudo se describen como una inversión en el sistema educativo de un país. Pero, ¿quién actúa para asegurar que la inversión dé sus frutos? Esta columna sostiene que vale la pena gastar un poco más de dinero analizando los resultados de estas evaluaciones y aprendiendo de ellas para garantizar que obtengamos algo más que una clasificación en una tabla. El hecho de no investigar adecuadamente los datos socava la posibilidad de mejoras y, en última instancia, desperdicia los esfuerzos de estudiantes, profesores e investigadores. Si estás cultivando una calabaza de campeonato, no es suficiente pesarla periódicamente: también necesitas nutrirla.
Las evaluaciones internacionales a gran escala (ILSAs por sus siglas en inglés) son esfuerzos costosos. Esta es una realidad ineludible. La cuota de participación es solo el comienzo; existen otros gastos dentro de cada país.
Sin embargo, los países tienen buenas razones para elegir participar. Una perspectiva comparativa de su sistema educativo les permite ver lo que es posible. Los países confían en los marcos bien desarrollados, los procesos bien pensados y el soporte técnico de alta calidad de las ILSA. También reconocen las oportunidades superlativas ofrecidas para la creación de capacidad y la creación de redes con colegas de todo el mundo los cuales ya tienen experiencia y están acostumbrados a implementar estos estudios como una medida de garantía de calidad dentro de sus propios países.
Más recientemente, con la adopción internacional de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, participar en los ILSA es una excelente manera para que los países monitoreen su progreso hacia el logro del ODS4: garantizar una educación de calidad y un aprendizaje permanente para todos.
¿Pero es suficiente para obtener los números? ¿Qué sucede después de que se publica un informe? ¿Quién realiza el análisis secundario de los resultados? ¿Dónde está el seguimiento? ¿Y cómo nos aseguramos de que cada gota de información y conocimiento sea extraída del informe?
Aspectos prácticos de las evaluaciones internacionales a gran escala en educación
En el mundo de las ILSA, gran parte del trabajo realizado en el país para cada estudio está coordinado por una sola persona. En un estudio de la AIE, como PIRLS (alfabetización en lectura), TIMSS (matemáticas y ciencias), ICILS (alfabatización digital), o ICCS (cívica y ciudadanía), el rol recae en un coordinador nacional de investigación (NRC por sus siglas en inglés). En un estudio de la OCDE, como PISA (matemáticas, ciencias y lectura), es un gerente nacional de proyectos (NPM por sus siglas en inglés).
Idealmente, estos roles serían apoyados por un grupo de expertos de diversos campos, los cuales incluyen estadísticas y muestreo, contenido y contexto curricular, política educativa y metodología de investigación, así como personas con habilidades administrativas y lingüísticas. Si este fuera el caso, primero se debería asignar suficiente tiempo para orquestar la implementación del estudio, y luego hablar sobre el trabajo una vez que el estudio esté completo, para asegurar que el seguimiento sea, de hecho, seguido.
Sin embargo, en el mundo real de un país de ingresos medios, el coordinador nacional de investigación o el gerente nacional de proyectos (NRC/NPM) suele estar solo o en pareja con otra persona heroica que supervisa los aspectos técnicos del estudio relacionados con la gestión de datos. Esto es particularmente cierto para países que son más pequeños en tamaño o que operan con un presupuesto muy limitado.
¿Hay rentabilidad para los países de bajos ingresos?
Si bien los ILSA han sido predominantemente para los países con ingresos más altos, esto no significa que deban serlo. Tampoco significa que los países de bajos ingresos no deben gastar sus valiosos recursos en la participación.
De hecho, estos países pueden beneficiarse aún más del apoyo técnico y los beneficios de creación de capacidad de la participación de ILSA. La participación también les permite monitorear el progreso hacia los objetivos de los ODS, muchos de los cuales utilizan las ILSA como indicadores.
A medida que aumenta la participación de los países de ingresos bajos y medios, debe haber un enfoque renovado en la necesidad de que los investigadores y profesionales obtengan el máximo valor de los datos que arrojan los ILSA.
¿Quién es responsable de tratar con los resultados?
Hablo por experiencia personal. A principios de la década de 2000, publiqué el informe del primer ciclo de una ILSA en mi país natal, Eslovaquia, al mismo tiempo que me preparaba para la prueba de campo del siguiente ciclo. Trabajando junto con un colega, pudimos seguir los procedimientos correctos para analizar e informar el estudio. Pero fue una lucha encontrar el tiempo para aumentar la conciencia de nuestros hallazgos o incluso para discutirlos y analizarlos con los profesionales.
Alrededor del 2004, sugerí contratar a otra persona para encargarse del nuevo ciclo de estudio, permitiéndome prestar atención a la exploración y el intercambio de los resultados del primero. Quería discutir los resultados con otras partes interesadas en el sistema de educación formal y más allá, para poder determinar las prioridades nacionales y cómo lograrlas. Lamentablemente, esta idea nunca fue considerada seriamente.
Se argumentó que la persona en el rol de coordinador nacional de investigación o de gerente nacional de proyectos debería centrarse solo en el estudio, que no es su trabajo explorar los datos y encontrar información para un mayor desarrollo y mejora de un sistema educativo.
Entonces, ¿de quién es ese trabajo? ¿Alguien que es responsable del estado actual del sistema educativo? ¿Alguien más?
Controles de salud para la educación
Las ILSA pueden describirse como un chequeo de salud para un sistema educativo. Identifican los síntomas, no la cura. Nadie espera que los resultados de los análisis de sangre que acaban de llegar empiecen automáticamente el proceso de curación de un paciente. Las pruebas pueden diagnosticar un problema; un médico debe decidir el tratamiento. El tratamiento se basa en la condición del paciente, no en las píldoras recetadas a su vecino.
El desafío que enfrentamos con las ILSA es que no hay médicos dedicados en ningún sistema educativo, y los expertos disponibles tienden a trabajar en forma aislada.
Analizar los resultados de las ILSA es un proyecto en sí mismo. Contienen información valiosa, no solo sobre los logros de los estudiantes, sino también sobre los entornos del hogar y la escuela que apoyan el aprendizaje, las calificaciones y actitudes de los docentes con respecto a su profesión, y temas más amplios sobre cómo se implementa la política educativa.
Sin embargo, esta información solo es útil si llega a las personas que pueden entenderla y apreciarla. A veces, en realidad se necesita de la participación y los puntos de vista de muchas partes interesadas diferentes en todo el sistema educativo para aprovechar al máximo.
Si podemos estar de acuerdo en que vale la pena gastar dinero realizando pruebas en nuestros sistemas educativos, entonces se lo debemos a nuestros jóvenes y educadores por igual, gastar un poco más para asegurarnos de que recibamos el mejor plan de tratamiento al final.