Con enfoques distintos, Brasil y Canadá han abordado los retos y encontrado soluciones en torno al acceso y la gestión del agua, un derecho humano esencial. Una comparación revela prácticas políticas innovadoras y las lecciones aprendidas que ambos países pueden ofrecer al mundo en la lucha por la sostenibilidad del agua.
Imagínense un mundo donde cada acción que tomamos en pro del desarrollo sostenible influye directamente en la vida de miles de personas. Esa es la realidad en la gestión del agua en Brasil y Canadá, dos gigantes con enfoques distintos pero con el objetivo común de garantizar el acceso universal al agua potable y al saneamiento. Al profundizar en sus políticas y estrategias, descubrimos no solo la importancia de la innovación tecnológica y la infraestructura, sino también el papel vital de la gobernanza y la participación comunitaria en la solución de esta crisis global.
El caso brasileño
Brasil, con su rica biodiversidad y vastos recursos hídricos, enfrenta desafíos únicos debido a su compleja topografía y disparidades socioeconómicas. La nación ha adoptado políticas ambiciosas que buscan no solo mejorar la infraestructura hídrica, sino también fomentar la equidad en el acceso al agua.
En la última década, Brasil ha logrado un progreso notable en el sector de saneamiento, con un aumento del 292% en el número de ciudades atendidas por empresas privadas. Las asociaciones público-privadas (PPPs) han sido clave, resultando en 21 contratos que benefician a 16 millones de consumidores. Este avance representa un paso importante hacia un mejor acceso a servicios básicos de saneamiento, crucial para la salud pública y la calidad de vida.
Desde la aprobación del Nuevo Marco Legal del Saneamiento en julio de 2020, el sector de saneamiento básico en Brasil ha experimentado mejoras significativas, particularmente en las áreas donde se combinan los esfuerzos del sector público y privado. En 2020, según la Agencia del Senado, casi 35 millones de personas aún carecían de acceso a agua tratada y aproximadamente 100 millones no tenían acceso a sistemas de alcantarillado, la implementación de tecnologías avanzadas, como los sistemas de membrana y la ozonización, ha mejorado notablemente la calidad del tratamiento de agua y saneamiento en todo el país.
Por otra parte, la implementación de la gestión comunitaria del agua en las zonas más vulnerables, especialmente en las regiones Norte y Nordeste, ha revolucionado el acceso al agua potable y el saneamiento básico. Este modelo ha permitido que, en los últimos años, se beneficien aproximadamente 17 millones de personas en áreas rurales, mejorando significativamente su calidad de vida.
En América del Norte
En contraste, Canadá, con uno de los mayores suministros de agua dulce del mundo, se enfrenta a desafíos derivados de su extensa geografía y el cambio climático. Las comunidades indígenas en particular han sufrido desproporcionadamente debido a la falta de infraestructura adecuada y políticas de apoyo. La respuesta de Canadá ha sido fortalecer la colaboración entre los niveles de gobierno y las comunidades afectadas, y promover la investigación y el desarrollo en tecnologías de purificación y conservación del agua.
Un ejemplo de cómo estas estrategias funcionan es el proyecto piloto en la provincia de Alberta, donde se ha implementado una nueva tecnología de filtración por membranas en pequeñas comunidades rurales, mejorando significativamente la calidad del agua sin incrementar los costos operativos de manera considerable. En la comunidad Neskantaga First Nation en Ontario, que cuenta con 374 residentes, se está finalizando la ampliación y mejora del sistema de tratamiento de agua. Este proyecto pretende eliminar la advertencia de hervir el agua que ha afectado a 76 hogares y 6 edificios comunitarios desde 1995.
Aunque el sistema comenzó a funcionar en diciembre de 2020, todavía se están resolviendo algunas deficiencias. Además, Indigenous Services Canadá apoya la iniciativa «Trust the Taps» para reforzar la confianza en el agua local, financiando un plan de sanación y programas de bienestar adicionales.
Cooperación, de lo local a lo internacional
Las experiencias en ambos países demuestran que el manejo efectivo del agua requiere más que soluciones tecnológicas; necesita políticas inclusivas que aborden la desigualdad y fomenten la participación local.
Por ejemplo, en Brasil, la colaboración entre las comunidades ha fomentado no solo el desarrollo de infraestructuras adecuadas, sino también ha fortalecido los lazos comunitarios, creando un sentido de responsabilidad y cooperación entre los habitantes de estas regiones. Canadá, por su parte, ha invertido en tecnologías avanzadas que ayudan a monitorear y gestionar sus recursos hídricos de manera más eficiente, asegurando una distribución más equitativa.
La cooperación internacional emergente entre Brasil y Canadá podría convertirse en un modelo a seguir. Aunque todavía no existe una colaboración formal en estrategias nacionales de agua, las interacciones actuales, como las misiones comerciales virtuales y los acuerdos de investigación entre universidades, demuestran el potencial para un intercambio enriquecedor de conocimientos, tecnologías y estrategias. Estas iniciativas preliminares pueden allanar el camino para soluciones innovadoras a desafíos persistentes, mientras fortalecen la resiliencia de ambos países frente a los desafíos emergentes del cambio climático y el crecimiento demográfico.
En resumen, el derecho al agua no es solo una cuestión de infraestructura; es un desafío de gobernanza, equidad y cooperación internacional. Al aprender de los éxitos y desafíos de Brasil y Canadá, otros países pueden encontrar caminos viables hacia la sostenibilidad hídrica que no solo mejoren el acceso al agua, sino que también promuevan una mayor justicia social. Este enfoque holístico es esencial para enfrentar la crisis mundial del agua y garantizar que cada persona, sin importar dónde viva, tenga acceso al agua potable y a un futuro más seguro y sostenible.