Las comunidades costeras constituyen una parte cada vez mayor de la población mundial, pero se enfrentan a un aumento del riesgo de inundación como resultado del cambio climático. Esta columna propone nuevas medidas de los posibles daños de las inundaciones costeras y aboga por una acción basada en la idea de “riesgo aceptable”: la cantidad máxima de daño que una sociedad está dispuesta a aceptar de un evento de inundación. El acuerdo, sobre qué representa un riesgo aceptable debe ser un proceso participativo que involucre a todos los sectores de la sociedad. Según el nuevo método de evaluación, las ciudades más amenazadas en el mundo son Guangzhou Guangdong, Nueva Orleans, Bangkok, Mumbai y Calcuta.
¿Cuáles son los verdaderos riesgos de inundaciones costeras y cómo han aumentado por el cambio climático? Basándonos en una gran cantidad de investigaciones, ahora sabemos con bastante precisión que la distribución en el aumento del nivel del mar es una distribución de probabilidad de daños para los diferentes niveles de afecciones. También sabemos (aunque con menos precisión) cómo esta distribución está cambiando con el tiempo como consecuencia del cambio climático, y que la probabilidad de mayores niveles de daños se encuentran aumentando.
La pregunta que sigue es ¿qué deberíamos hacer al respecto? La prevención puede tomar muchas formas: se pueden construir muros de contención y se pueden eliminar áreas sujetas a frecuentes daños para borrar o modificar su uso.
Las herramientas económicas estándar de análisis comparan los daños promedio o esperados en un punto dado en el tiempo con los costos de las acciones para prevenir o reducir estos daños. Entonces, si se espera que el promedio anual de los daños sea de $ 100 millones y estos puedan reducirse a $ 20 millones a través de un programa de inversión que tiene un costo anualizado de $ 50 millones, el programa está justificado.
En la práctica, los cálculos son más complejos, ya que las inversiones de protección toman tiempo y tienen que ser iniciadas antes del año en que se necesitan. Los daños también no son constantes, sin embargo aumentan con el tiempo, por lo que las comparaciones implican flujos de costos y beneficios que tienen que ser descontados para hacer una sola comparación.
En un reciente trabajo, mis colegas en el Centro Vasco para el Cambio Climático y yo argumentamos que este enfoque no da suficiente importancia a las inundaciones con baja probabilidad, pero sí a aquellas con daños muy altos. Por lo cual, proponemos dos medidas de daños que justifican este tipo de eventos: el valor en riesgo – VaR (95%), y el déficit previsto – ES (95%). El primero representa el daño en el 95 por ciento de la distribución y el segundo, los daños promedio del 5% de los peores casos.
Usando estas medidas (las cuales son bien conocidas en la investigación financiera), el nivel de daños que se comparan con los costos resulta ser mucho más alto que si simplemente usáramos los daños promedio.
Se argumenta, además, que estas medidas de daños se pueden utilizar para decidir sobre las acciones en que se basan, no en la comparación de costos y beneficios, pero en el uso de la idea de riesgo aceptable. El cual se define como la cantidad máxima de daño que una sociedad está dispuesta a aceptar de un evento de inundación y que por lo general se puede calcular como un porcentaje del valor añadido de la ciudad o región que ha sido afectada.
El acuerdo sobre el riesgo aceptable es (o debería ser) un proceso participativo que involucre a todos los sectores de la sociedad. Una vez acordados, los expertos pueden calcular la inversión mínima necesaria para garantizar que no exceda el riesgo, así como las fechas en que la inversión debe aplicarse y cuándo debe iniciarse el trabajo para construir las estructuras de protección o hacer otros cambios.
Creemos que este enfoque es superior a uno que compara los beneficios y los costos ya que, las percepciones públicas de riesgo se entienden más fácilmente en términos de pérdida aceptable bajo incertidumbre. Los métodos de costo-beneficio producen una solución que maximiza los beneficios netos, pero ese resultado a menudo se disputa y los cálculos y la distribución de los beneficios se discuten y cuestionan.
El enfoque de llegar a una solución que garantice un nivel aceptable de riesgo, definido de una manera que sea comprensible, tiene más posibilidades de ser aceptado. Se están desarrollando métodos participativos de provocar actitudes hacia el riesgo, los cuales se están utilizandoen varios lugares, incluso por nosotros en el País Vasco.
Dichos métodos brindan a una amplia gama de partes interesadas, la oportunidad de expresar sus preferencias teniendo en cuenta los costos y beneficios de vivir con diferentes niveles de riesgo. Por supuesto, por sí solo eso no es suficiente. Como el riesgo aceptable es un bien único para ser compartido por la sociedad, cualquier valor seleccionado no será la opción más preferida de todos. Pero como con cualquier bien público, las sociedades democráticas deberían ser capaces de llegar a un consenso.
Uno de nuestros estudios reporta algunos cálculos de los niveles de inversión y el momento en que deben aplicarse a una ciudad – Nueva York. Dichos datos y análisis deberían ser de gran valor en el debate sobre la adaptación en las comunidades costeras, que representan a 600 millones de personas y representan una parte cada vez mayor de la población mundial.
Estamos ahora trabajando en cálculos similares para otras ciudades. Entre las que tienen la mayor cantidad de activos en riesgo con un criterio de pérdidas esperadas, Guangzhou Guangdong en China, Bangkok en Tailandia y Kolkata en la India ocupan el segundo, tercer y cuarto lugar, respectivamente, en la escala global.
Las pérdidas estimadas usando nuestro método de evaluación son mucho más altas, pero la clasificación también cambia. Así que ahora Guangzhou Guangdong es la ciudad de mayor riesgo en el mundo, y las siguientes cuatro son Nueva Orleans, Bangkok, Mumbai y Calcuta. Teniendo en cuenta los daños mayores, las inversiones en la protección tienen que ser mayores y necesitan iniciarse antes de lo que se pensaba anteriormente.
Autor :
Anil Markandya es actualmente Profesor Distinguido de Ikerbasque en el Centro Vasco de Cambio Climático en el País Vasco, España y Profesor Honorario de Economía en la Universidad de Bath, en el Reino Unido.