La falta de datos recientes sobre la pobreza, que resulta en millones de personas que no se ven ni se escuchan, amenaza el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este artículo destaca la urgencia de mejorar la recopilación de datos para garantizar que nadie quede excluido en la lucha por erradicar la pobreza mundial.
La última vez que se recopilaron datos exhaustivos sobre los hogares en Níger fue en 2012. Los resultados fueron escalofriantes. Se descubrió que 9 de cada 10 personas vivían en situación de pobreza multidimensional. Esta medida de la pobreza abarca carencias que exceden de los ingresos y se trató de la mayor incidencia de pobreza multidimensional del mundo en aquel momento.
De estos 9 de cada 10 rostros, 685 000 se encontraban entre los más pobres del mundo y sufrían simultáneamente todas y cada una de las clasificaciones de carencias que registra el Índice Global de Pobreza Multidimensional: desnutrición, mortalidad infantil, falta de educación, falta de electricidad, combustible para cocinar y agua insalubre, viviendas deficientes, servicios sanitarios inadecuados y carencia de bienes.
Estos datos le mostraron al mundo la cruda realidad de una nación que lucha contra la pobreza extrema. Destacó la injusticia y quiénes requieren mayor ayuda.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la pobreza
En 2015, cuando 193 países adoptaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, hicieron una promesa colectiva a las personas más vulnerables del mundo: nadie quedaría excluido. La agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) reconoce la pobreza, en todas sus formas, como el mayor reto mundial.
El ODS 1, Poner fin a la pobreza, procura reducir a la mitad la proporción de personas que viven en la pobreza en todas sus dimensiones, según las definiciones nacionales. La ambición es clara y admirable.
Sin embargo, transcurrieron más de siete años desde la adopción de los ODS, y el panorama de la pobreza multidimensional en Níger sigue congelado en el tiempo. No podemos afirmar con certeza si las garras de la pobreza se debilitaron o se fortalecieron desde el 2012. Lo que sí se sabe, sin embargo, es que Níger no se ha librado de las tormentas de la pandemia del COVID-19 ni del aumento de la violencia dentro y a lo largo de sus fronteras. Asimismo, las catástrofes climáticas agravaron la ya complicada situación de su población, cuyo sustento depende principalmente de la ganadería y la agricultura.
En pocas palabras, no sabemos si la población de Níger se está quedando aún más rezagada. Y Níger no es el único caso. Diecinueve países que concentran más del 20 % de la población mundial (1770 millones) carecen de datos sobre pobreza multidimensional para la era de los ODS. Abarcan desde Yemen hasta Sudán, desde Barbados hasta Ucrania. No todos son pobres: faltan datos sobre China, un faro de la reducción contemporánea de la pobreza. El Índice Mundial de Pobreza Multidimensional es un informe actualizado anualmente que se realiza por la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Este documento proporciona información importante para fundamentar y acelerar las iniciativas con el objetivo de erradicar la pobreza en todas sus formas. En 2023, el informe excluye a Sudán del Sur y Burkina Faso porque los datos disponibles son demasiado viejos. Sin embargo, la pobreza sigue devastando vidas en todos estos países, y requiere tanto visibilidad como reparación.
Por qué debemos mantener actualizados los datos sobre la pobreza
La pandemia de COVID-19 supuso otro obstáculo al retrasar numerosas encuestas domiciliarias. Las Encuestas de Indicadores Múltiples por Conglomerados, llevadas a cabo por UNICEF, las encuestas demográficas y de salud apoyadas por USAID y las encuestas nacionales son herramientas fundamentales en el panorama mundial del desarrollo. Aportan los datos necesarios para informar, evaluar y defender intervenciones que mejoren el bienestar de los más vulnerables.
Los retrasos de estas encuestas impiden que tengamos una imagen clara de cómo la pandemia afectó a la pobreza. En un mundo que se comprometió a «no excluir a nadie», estas lagunas de datos hacen que la promesa resulte vacía; un grupo asesor de la ONU afirma que los datos son la «materia prima para la rendición de cuentas».
Esta escasez de datos actualizados no es intrascendente. Es un abismo que devora las realidades de quienes más necesitan la atención del mundo. Resulta en personas que no se pueden ver ni escuchar. Como consecuencia, se pasan por alto y se excluyen.
En el África Subsahariana, donde vive la mayoría de los pobres del mundo, los datos son más escasos que en cualquier otra región. En el continente africano, Christopher Yeh y sus colegas de Stanford calculan que, al ritmo actual de recopilación de datos, un hogar aparecerá en una encuesta representativa menos de una vez cada 1000 años. Al mismo tiempo, la riqueza de los multimillonarios se rastrea y actualiza meticulosamente por Forbes cada cinco minutos, un marcado contraste que subraya nuestras prioridades mal definidas. «Una de las desigualdades más fundamentales», según un informe de la ONU, «es la que existe entre los que se cuentan y los que no».
Además de la rendición de cuentas, los datos son fundamentales para que las intervenciones contra la pobreza sean eficaces. Los datos actualizados sobre la pobreza, obtenidos mediante encuestas o censos representativos, sirven de guía para los responsables políticos que navegan por este puente envuelto en niebla.
En 2011, Colombia rediseñó su Índice Nacional de Pobreza Multidimensional para transformarlo en un mapa que se actualiza anualmente y que racionaliza los programas y canaliza los recursos hacia donde más se necesitan. Este mapa permite a los responsables políticos ver quién es pobre en función de aspectos como la edad, el sexo y la ubicación; y cómo son pobres, según dimensiones como la educación, la salud y el nivel de vida. En 2010, el 30,4 % de los colombianos eran pobres multidimensionales. En 2022, esa cifra se había reducido al 13,9 %.
Pero sin datos actualizados, incluso las políticas formuladas con buenas intenciones pueden desviarse de su curso. En plena pandemia de COVID-19, el gobierno indio ofreció una asignación mensual de arroz y legumbres a todos los titulares de la tarjeta de racionamiento. Unas 814 millones de personas calificaron para la ayuda de emergencia. Sin embargo, la base para calcular quién cumplía los requisitos se basó parcialmente en un censo de hace una década. Millones de indios empobrecidos perdieron la oportunidad de recibir raciones de emergencia. Los datos, por tanto, son importantes tanto para contabilizar a las personas en situación de pobreza, como para abordar eficazmente la pobreza.
Con la espalda contra la pared, la ONU se reúne en septiembre de 2023 para marcar el punto medio de los ODS. Este acontecimiento clave está destinado a revitalizar y renovar el compromiso mundial con la agenda. Cuando los países renueven este compromiso, debemos recordar que es imperativo cumplir la promesa central de la agenda: que nadie quede excluido. Mediante datos actualizados, debemos destacar lo que no se ve ni se oye. Debemos apoyar incesantemente políticas que aborden la pobreza en todas sus formas interconectadas; solo entonces podremos cumplir nuestra promesa.