En el Día Internacional de la Lengua Materna el 21 de febrero, la ‘Declaración de Salzburgo para un Mundo Multilingüe’ llama a celebrar la diversidad de idiomas como la norma global y a desarrollar políticas lingüísticas que promuevan el multilingüismo. En este artículo se argumenta que además de tener beneficios individuales probados, el multilingüismo puede tener ventajas culturales, sociales y materiales para organizaciones y países enteros que lo adopten. Hablar varios idiomas incluso podría aumentar nuestra felicidad.
En Uganda sólo el 32% de los niños en edad escolar están alfabetizados. Crecen en una de las 65 tribus étnicas del país, cada una de la cual tiene su propio idioma. Pero desde el cuarto año en la escuela primaria, su enseñanza es en inglés, el idioma oficial del país. Sin embargo, los estudios muestran que los niños primero tienen que desarrollar sus propios idiomas para poder alcanzar su pleno potencial.
Las autoridades en Asia utilizan un enfoque similarmente inapropiado para hacer frente a su riqueza lingüística. Así, por ejemplo, el idioma de enseñanza de los niños pakistaníes es el urdu, o sea el idioma oficial cuyos orígenes se encuentran fuera del país y que es hablado por sólo alrededor de un 6% de la población. Y en Indonesia se descuidan las lenguas locales de las generaciones futuras a expensas del bahasa indonesio que en este momento es usado por sólo alrededor del 10% de la población.
Hay muchos casos más en el mundo de idiomas locales que son desatendidos en las escuelas. Esto es el resultado de dos supuestos vinculados: que los idiomas dominantes son más ‘útiles’; y que la educación se debería proveer en tan sólo un idioma.
El empuje resultante por utilizar los idiomas más destacados en la enseñanza tiene serias consecuencias. Significa que a millones de alumnos se les niega el derecho de mantener, disfrutar y desarrollar su lengua materna. De acuerdo con la UNESCO, el 40% de la población no tiene acceso a la educación en un idioma que comprenda y 617 millones de niños y adolescentes no están logrando conocimientos mínimos en lectura.
La lengua materna importa
Esas decisiones sobre los idiomas en la educación implican que puede ser que los niños crezcan sin conocer su propia lengua materna. Se les priva de sus derechos y están en una situación desfavorecida. Recibir una enseñanza en un idioma nuevo para ellos produce un vacío cognitivo que no se puede cerrar. Luchan para no rezagarse y muchos abandonan la escuela en una edad temprana.
Aun así, abundan las pruebas que evidencian que este déficit será reducido si es que se les enseña a los niños en su lengua materna en la escuela primaria, o incluso más allá.
Lo refrescante es que hay una gran cantidad de iniciativas locales en el mundo que son ejemplos de buenas prácticas. Sobre todo, son exitosos los programas de educación basados en la comunidad, por ejemplo, los que están emergiendo en México y Filipinas, en que se formó a personas que hablan el idioma indígena para que provean educación en los idiomas comunitarios.
Los países africanos como Namibia también prestan cada vez más atención al papel educativo de los idiomas que son parte de su patrimonio cultural, incluidos tanto los indígenas como los ex coloniales.
Cada vez más se considera que el acceso a la escolarización en la lengua materna es un derecho humano. Promueve un multilingüismo que típicamente comprende un idioma local y un idioma más hablado, además de prácticas de traducción como maneras para moverse entre ellos. Además de los beneficios individuales probados, la adopción del multilingüismo puede tener beneficios culturales, sociales y también materiales para organizaciones y países enteros.
Resiliencia a través de la diversidad
Nuestro mundo siempre ha sido lingüísticamente plural y la humanidad siempre se las ha arreglado para lidiar con esto. La manera en que interactuamos con la diversidad de idiomas tiene que ver con la manera en que valoramos los idiomas y su capital económico y cultural.
Se podría argumentar que una sociedad multilingüe es más resiliente de lo que sería una monolingüe. Al vivir en un entorno multilingüe además estamos más conscientes de la importancia de una comunicación eficiente y efectiva, en cualquier idioma y entre diferentes idiomas.
Tenemos que encontrar maneras para vivir de manera sostenible con esta diversidad y para promover la equidad. La meta es crear una sociedad inclusiva que reconozca el valor intrínseco de los idiomas y que no discrimine a quienes hablen (o firmen) sobre la base de sus repertorios de idiomas.
Tenemos que aprender del pasado y hacernos la pregunta ¿cuáles son las consecuencias de no incluir los idiomas que los niños conocen mejor en su educación?
La Declaración de Salzburgo para un Mundo Multilingüe, que ha sido lanzada hoy, en el Día Internacional de la Lengua Materna llama a las personas, las empresas, las instituciones y los gobiernos a adoptar una mentalidad multilingüe en que se celebre y se promueva la diversidad de idiomas como la norma global, se enfrente la discriminación lingüística y se desarrollen políticas lingüísticas para fomentar el multilingüismo.
Si esto se diera, el mundo daría un gran paso hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas de “poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de prosperidad”.
La promoción del multilingüismo y la educación multilingüe además podría revelar un secreto vigorizante: hablar múltiples idiomas efectivamente puede aumentar nuestro nivel individual y colectivo de felicidad.