Una agenda de investigación sensible a las cuestiones de desigualdad de género debería reconocer los desafíos metodológicos que plantean los patrones de género en las respuestas de los estudios en ciencias sociales. Esta columna explica por qué, además de apoyar la investigación basada en evidencias científicas sobre las causas profundas de la desigualdad de género, los gobiernos y los asociados internacionales para el desarrollo necesitan invertir en la recogida de datos de buena calidad.
En todo el mundo, las mujeres enfrentan múltiples condicionantes sociales y culturales que limitan sus opciones de vida. Estos incluyen restricciones de movimiento en el exterior, de propiedad de bienes y discriminación salarial, así como dificultades en el acceso a la educación y al empleo. Las mujeres también son socializadas dentro y fuera del matrimonio para internalizar roles tradicionales de género.
En este contexto, las propias actitudes de las mujeres hacia la igualdad de género pueden influir en comportamientos tales como la mutilación genital femenina, abusos relacionados con la dote y, crímenes de honor. También pueden explicar disparidades por motivos de género en materia de salud, educación y resultados del mercado laboral observados en países en desarrollo.
Tomemos el caso de Bangladesh, un país que ha logrado grandes progresos en lo que respecta a la escolarización de las niñas y las oportunidades económicas de las mujeres durante las últimas tres décadas. Sin embargo, sigue siendo un punto crítico de prevalencia mundial de matrimonio infantil y violencia doméstica.
En 2014, el 28.3% de las mujeres bangladeshíes consideraban justificado que un marido golpee a su esposa por una de las siguientes razones: si a la esposa se le quema la comida, si ella discute con su marido, si sale sin decírselo a él, si la mujer descuida a los hijos o, si rechaza mantener relaciones sexuales con su marido. Y, de las mujeres bangladeshíes que han estado alguna vez casadas, el 22.4% reporta haber sido víctima de violencia sexual o física perpetrada por su marido/pareja durante los últimos 12 meses (ver Figura 1).
Si bien la incidencia de matrimonio infantil ha descendido en los últimos años, en 2014, el 74.7% de las mujeres bangladeshíes se había casado a la edad de 18 años. El apoyo a la violencia en la pareja es relativamente elevado tanto entre mujeres jóvenes como mayores en Bangladesh y este hecho no ha experimentado ningún cambio en décadas recientes a pesar de los avances de la participación femenina en la fuerza laboral.
En general, los datos demuestran un acuerdo considerable con declaraciones que respaldan la violencia de género, que también se correlacionan bien con la prevalencia de violencia doméstica en el país. Pero es probable que el verdadero alcance de su apoyo sea mayor.
De hecho, importantes esfuerzos en recogida de datos como los realizados por la Encuesta Mundial de Valores (EMV) y la Encuesta Demográfica y de Salud (EDS) recopilan sistemáticamente información sobre actitudes hacia una variedad de asuntos de género basándose en preguntas directas. Por consiguiente, gran parte del conjunto de resultados de investigación existente en ciencias sociales se apoya sobre dicho enfoque basado en encuestas para conocer actitudes de género.
Pero cuando se trata acerca de asuntos delicados en las respuestas sobre actitudes (como en la EDS, según se resume en la Figura 1), es probable que falte información respecto al apoyo a prácticas como la violencia doméstica o el matrimonio infantil. Es posible que los encuestados ofrezcan respuestas que consideren socialmente aceptables. También existe la preocupación añadida que suscita la ausencia sistemática de respuestas o ‘datos que faltan’. Como consecuencia, se producen estimaciones sesgadas y análisis de políticas erróneos.
Figura 1: Actitud versus acción: violencia hacia las mujeres en Bangladesh, EDS 2014.
Una forma de abordar los errores de medición es llevando a cabo trabajo de campo cualitativo intensivo; la otra opción es experimentar con la realización de encuestas. La última es de carácter cuantitativo, permitiendo la comparación estadística de métodos alternativos. Enfoques comunes de experimentación en materia de encuestas son las técnicas de respuestas aleatorias, el experimento de aprobación y el registro de experimentos.
Al contrario que las preguntas directas de las encuestas, que plantean a los entrevistados si (o no) apoyan una práctica como la violencia doméstica, un registro experimental recaba información de forma indirecta preguntando a los encuestados por el número de cuestiones con las que están de acuerdo de una lista que incluye de forma aleatoria elementos de apoyo a la violencia doméstica. Las comparaciones entre encuestados que aceptan (o no) las cuestiones de la lista relacionadas con el apoyo a la violencia doméstica revelan su verdadera postura hacia dicho asunto.
Metodológicamente hablando, se trata de una encuesta que emplea una técnica de recuento de elementos – en la que se pregunta a los entrevistados sobre el número de aspectos con los que están de acuerdo de una lista, la cual incluye o excluye de manera aleatoria una cuestión delicada. Los encuestados usan cálculos (estimaciones) para describir sus respuestas con el fin de evitar sesgos relacionados con la aritmética.
Un estudio de registro experimental que analiza actitudes de género relacionadas con la mutilación genital femenina en Etiopía detecta una ausencia de información de 10 puntos porcentuales en preguntas directas sobre actitud. Pero tales actividades de investigación son insuficientes en el sur de Asia, donde la desigualdad de género se plantea como un grave desafío.
En un artículo publicado recientemente en la Revista de Economía de las Poblaciones, investigamos formalmente esa falta de información obteniendo datos sobre actitudes de género mediante la formulación de preguntas directas basadas en encuestas tradicionales a niñas adolescentes de zonas rurales de Bangladesh, al tiempo que empleamos registros experimentales. En los últimos, las encuestadas son expuestas de forma aleatoria a medidas experimentales de actitudes de género.
Para nuestro estudio, nos centramos en dos problemas en materia de género muy extendidos en el sur de Asia: la violencia doméstica y el matrimonio infantil en las niñas. Observamos que pocas niñas adolescentes aceptan las prácticas de la violencia doméstica y el matrimonio infantil cuando se les pregunta directamente (5% y 2%); pero las respuestas en el marco de los registros experimentales revelan un apoyo significativamente mayor a la violencia doméstica y al matrimonio infantil (del 30% y 24% respectivamente) – ver Figura 2.
Figura 2: Encuesta versus medidas experimentales sobre actitudes de género.
Las pruebas relativas a la falta de información sobre el apoyo al tratamiento tradicional de las normas de género tienen dos implicaciones para la política. La primera se refiere al desafío que supone realizar preguntas sensibles al género. A este respecto, nuestros resultados subrayan la importancia de utilizar métodos complementarios con el fin de obtener respuestas a preguntas sensibles al género para la planificación de políticas públicas.
La segunda implicación para la política es la necesidad de recopilar datos de buena calidad. Las preguntas directas utilizadas en encuestas internacionales como la EDS y la EMV resultan de fácil implementación pero subestiman gravemente la prevalencia de actitudes tradicionales de género. Por lo tanto, si y cómo pueden incorporarse las medidas experimentales a gran escala permanece como un asunto importante en la agenda.
Más allá de abordar desafíos de medición, ¿cómo debemos enfrentar actitudes arraigadas hacia la violencia de género? ¿Qué sabemos sobre enfoques e iniciativas existentes? Analizamos estas cuestiones en una columna de seguimiento.