Sociedades, gobernanza y conflicto

Redefiniendo los indicadores de desarrollo en el contexto de Palestina

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by

Ghida Ismail

Los indicadores de desarrollo, como el PIB, sugieren que Palestina estaba en la trayectoria de desarrollo correcta antes de la actual guerra en Gaza. Sin embargo, la vida cotidiana de sus habitantes cuenta una historia muy distinta. Este artículo analiza los indicadores existentes sobre Palestina y por qué debemos reevaluarlos para obtener una imagen más precisa y completa del desarrollo. 

«Volví a perder el gimnasio. Volví a perder todo, y no sé cuántas veces puedo volver a empezar. Me siento muy desamparada», declaró Alaa Abu Mudallah, residente en Gaza, tras perder dos veces su gimnasio, Khotwa. Fue afectada por primera vez en la escalada de mayo de 2021 en Gaza y nuevamente de nuevo tras la destrucción el 7 de octubre de 2023. 

La historia de Alaa refleja la naturaleza precaria y elusiva del desarrollo en Palestina. En un estudio realizado en conjunto entre el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia Occidental (CESPAO) de abril de 2024, se revelaron importantes contratiempos económicos provocados por la guerra que afectan a Gaza, y a Palestina en general. Proyecta una pérdida del PIB del 29 % para 2024 en relación con las estimaciones anteriores a la guerra, y un retroceso de los avances en desarrollo humano de más de 20 años. 

 Al referirse a la situación como un simple «contratiempo» y utilizar el término «recuperación», el informe sugiere que los esfuerzos de desarrollo previos estaban bien encaminados.

No obstante, en los Informes sobre Desarrollo Humano Palestino del PNUD se destaca el limitado potencial de desarrollo de los Territorios Palestinos Ocupados. Esto se debe a que más de cinco décadas de ocupación israelí han negado a los palestinos el derecho a determinar libremente sus propias decisiones en cuestiones políticas, económicas, culturales, y de autodeterminación. 

Asimismo, los académicos palestinos han criticado los enfoques de desarrollo que se centran en medidas cuantitativas y procesos basados en datos que no toman en cuenta el contexto de ocupación y conflicto. Estos enfoques reducen el desarrollo a meros indicadores: medidas numéricas, como el PIB o la esperanza media de vida, que señalan el «rendimiento» de un país. Sin embargo, estas estadísticas eclipsan el papel potencial del desarrollo en el avance de los derechos, las libertades y la autodeterminación.

A medida que la situación en Gaza y en toda Palestina, incluyendo Cisjordania, se vuelve cada vez más catastrófica debido a los actos de Israel, es crucial reflexionar sobre qué herramientas y medidas podrían capturar de manera más efectiva las duras realidades que enfrentan los palestinos bajo la ocupación israelí. La guerra intensifica la necesidad de reevaluar los enfoques de desarrollo y de hacer una evaluación crítica sobre cómo se han medido, o cómo se han cometido errores al medir. 

¿El desarrollo como libertad? 

En su influyente obra Desarrollo como libertad, el economista Amartya Sen define el desarrollo como «la erradicación de múltiples formas de falta de libertad que restringen a las personas, limitando sus opciones y reduciendo las oportunidades para ejercer su agencia razonada». Desafió el crecimiento económico, medido por el PIB, como la principal medida de progreso y desarrollo. 

Las ideas de Sen influyeron significativamente en la estrategia de desarrollo de las Naciones Unidas, e inspiró al PNUD a introducir el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en la década de 1990. El IDH subraya que las personas y sus capacidades deben ser el criterio fundamental para evaluar el desarrollo de un país, y no se debería limitar únicamente al crecimiento económico. 

En su primer Informe sobre Desarrollo Humano, el PNUD argumentó que el IDH abarca aspectos de las libertades humanas, ya que la mejora de la «capacidad de las personas para gestionar sus asuntos» constituye la esencia de la libertad humana. 

No obstante, los académicos palestinos han criticado la cuantificación del desarrollo, argumentando que margina la libertad, la igualdad y la justicia. Indicadores como el PIB y el IDH no suelen tener en cuenta las limitaciones a las libertades y no logran capturar completamente las profundas repercusiones de la soberanía limitada en Palestina.

¿Medir o tergiversar el desarrollo? 

La falta de soberanía ha obligado a los palestinos a enfrentar medidas restrictivas impuestas por Israel que obstaculizan su economía, lo que ha resultado en que su PIB sea el más bajo de la región desde 1994. 

Sin embargo, el PIB no logra demostrar la magnitud de los daños económicos causados por la ocupación. En un estudio publicado en el 2022 por el Comercio y Desarrollo de la ONU (UNCTAD), se calculó que la ocupación israelí le costó a Palestina 50 000 millones de dólares entre 2000 y 2020, lo que equivale a más de 2,5 veces el PIB palestino en 2020.  

Al reconocer la potencial distorsión de las realidades de los palestinos por los indicadores económicos convencionales, los economistas palestinos recomiendan ajustar estos indicadores para considerar las limitaciones relacionadas con la ocupación. Sugieren revisar el método de cálculo del PIB al restar los gastos inducidos por la ocupación en vez de sumarlos. Esto incluye los costos asociados a las restricciones a la movilidad, como aquellos relacionados con los puestos de control, el combustible adicional y los servicios de transporte. Estos costos han limitado considerablemente el desarrollo económico y social de los palestinos.

Por otro lado, el PNUD reconoció al Estado de Palestina como país de alto desarrollo humano de 2018 a 2022, con su Índice de Desarrollo Humano en el puesto 111 de 193 en la clasificación más reciente. Sin embargo, en estudios como el de Asi, especialista en salud y desarrollo, destacan que, aunque esta clasificación refleja mejoras en la esperanza de vida y la educación impulsadas por el apoyo de los donantes, no logra reflejar los importantes desafíos derivados de la falta de soberanía de los palestinos en los sectores económico, educativo y sanitario. Estos retos incluyen una gran dependencia de los donantes y de Israel y una inseguridad persistente en estos dominios. 

En un estudio realizado por la Fundación Rosa Luxemburgo, se reveló que la comunidad educativa y las ONG educativas palestinas criticaban la dependencia del Ministerio de Educación de la ayuda exterior. Esto podría hacer que la economía y la vida civil palestinas sean vulnerables a la influencia de las agendas políticas regionales. Asimismo, se observó que, aunque se lograron mejoras cuantitativas en la educación, no necesariamente significaron una mejora de las libertades. Por el contrario, reflejaban un sistema excesivamente dependiente de la ayuda exterior y susceptible a la intervención externa. 

De hecho, en 2022, el Estado de Palestina obtuvo una puntuación de 10 en el indicador de Intervención Externa del Índice de Estados Frágiles (Fragile States Index), lo que refleja el nivel más alto posible de vulnerabilidad o preocupación en términos de injerencia política, económica y militar extranjera, así como de falta de soberanía. 

Además, los indicadores de desarrollo no han logrado captar plenamente el impacto de la ocupación sobre las mujeres en Palestina. El Índice de Desarrollo de Género (IDG) de Palestina sugiere una relativamente alta igualdad de género en desarrollo humano; muestra que las mujeres alcanzan solo un 12 % menos de desarrollo humano que los hombres. 

Sin embargo, el IDG se limita en gran medida a las disparidades cuantitativas entre los hombres y las mujeres en términos de salud, conocimientos y nivel de vida. Pasa por alto cómo las barreras geográficas, físicas y sociales, como los puestos de control de Israel, restringen la movilidad socioeconómica de las mujeres. Como consecuencia, las mujeres palestinas tienen una de las tasas de empleo más bajas del mundo, siendo del 17,2 %. Además, el bloqueo en Gaza solo exacerba los desafíos de las mujeres. El acceso limitado a los servicios, como la asistencia médica, aumenta las responsabilidades de cuidado de las mujeres y las hace más vulnerables a la violencia de género.

Los indicadores de desarrollo como herramientas para el cambio y las libertades

Cuando el desarrollo se enfoca excesivamente en procesos e indicadores tecnocráticos, corre el riesgo de ignorar dinámicas esenciales y de no abordar toda la gama de inseguridades que afectan a las personas, especialmente a aquellas que carecen de soberanía, sufren conflictos prolongados o existen fuera del marco del Estado-nación moderno. 

En su artículo Measuring the World (Midiendo el mundo) la antropóloga Sally Merry describe los indicadores como «una tecnología política» que se puede utilizar para diversos fines, incluyendo la defensa, la reforma, el control y la gestión. Con esta base, Eve Darian-Smith, también antropóloga, subraya el papel crucial de las medidas cuantificables a la hora de proporcionar «palanca para el cambio social, político y económico» en su artículo Mismeasuring Humanity (Midiendo incorrectamente a la humanidad).

Por lo tanto, para ayudar a los palestinos a garantizar sus derechos, y para que el desarrollo mejore las libertades, es imprescindible una reevaluación fundamental de cómo medimos el desarrollo. Esta reevaluación debe centrarse en crear métricas que proporcionen a las personas las herramientas necesarias para describir la realidad con precisión, comprender su relación con ella, reimaginarla y remodelar sus circunstancias, impulsando así un cambio esencial.

Este artículo ha sido publicado en asociación con el Foro de Oxford para el Desarrollo Internacional 2024 en una serie especial sobre Conflictos y Desarrollo.

Ghida Ismail
Especialista en Investigación y Política, PNUD