Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tienen el potencial de impulsar una transformación de la salud mundial más allá de las metas de los indicadores individuales. En este artículo se argumenta que si bien es comprensible la fascinación de algunas instituciones de desarrollo por erradicar las enfermedades más notorias y es entendible el deseo de que los avances sean medibles, la verdadera promesa de los ODS para la salud mundial se encuentra en la perspectiva del desarrollo inclusivo.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) representan un esfuerzo sin precedentes por reconocer la complejidad e interconectividad de los desafíos mundiales y por enfrentar estos desafíos con intervenciones concertadas y focalizadas. No obstante, a pesar de que estas intervenciones podrían ayudar colectivamente a resolver desafíos complejos, hay peligro de que al centrarse en metas individuales se caiga en una excesiva simplificación de los desafíos y se pierda de vista la visión de conjunto.
Desde una perspectiva de salud mundial, esta ambivalencia se puede ilustrar con las siguientes consideraciones. Para comenzar, existe el peligro de poner demasiado énfasis en las enfermedades infecciosas y de que el control de éstas sea interpretado en el sentido limitado, biomédico, de la erradicación de las enfermedades. Esto es un problema por al menos dos razones:
- Primero, amenaza con marginar el enfoque holístico y equitativo de los ODS, que es respaldado plenamente por los estudios sobre los determinantes sociales de la salud.
- Segundo, aunque desde el punto de vista conceptual es atractiva la erradicación de las enfermedades, en la práctica es una cuestión extremadamente exigente. Las señales claras de las complejidades que constantemente se pasan por alto con este enfoque son los intentos fallidos de erradicación y el hecho de que – teniendo éxito o no – el costo ha sido mucho más elevado de lo esperado. Esta tensión entre la claridad conceptual y la complejidad práctica a menudo lleva a una situación en la cual las personas que se dedican a la incidencia no pueden esperar para anunciar una “campaña de erradicación” o “la última milla” como el siguiente paso en los esfuerzos de control, mientras que los investigadores que trabajan en la enfermedad tienden a estar más conscientes de los desafíos que se avecinan y quieren que primero se los aborde.
Como consecuencia, hay debates confusos sobre la terminología que en realidad son debates sobre la estrategia. Por ejemplo, el eslogan del Fondo Mundial de “poner fin” a las tres enfermedades infecciosas grandes “como epidemias”, ha generado confusión. Hay personas que sólo escuchan la parte de “como epidemias”, lo cual da la impresión de que se acerca el final de estas enfermedades; en realidad la resistencia a los medicamentos y otros retos sugieren lo contrario.
Bill Gates y Ray Chambers han establecido el Consejo para la Erradicación de la Malaria y así, se han adelantado a los esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud, que ha conformado un Grupo Consultivo Científico para debatir la viabilidad de erradicar la malaria. Pero no contribuye al debate serio el hecho de que se cambiara el nombre de la Alianza para Hacer Retroceder la Malaria (RBM, por sus siglas en inglés) por el de la Alianza RBM para Poner Fin a la Malaria, lo cual también hace pensar que se está acercando el final de la enfermedad.
Dado que este cambio fue explicado con referencia a la Meta 3.3 del ODS 3, cuyo modelo es el eslogan del Fondo Mundial de poner fin a la malaria como epidemia, deberían aclararse los escollos de centrarse en metas individuales y en indicadores para medirlas.
La clave es que la Alianza RBM para Poner Fin a la Malaria reconoció la importancia de los ODS pero no señaló los efectos positivos de los avances generales a nivel del desarrollo sostenible en el control de la malaria y de otras enfermedades, incluidas algunas no transmisibles. Más bien, reforzó la preocupación conocida por enfoques verticales con una tendencia inherente a exigir la erradicación de enfermedades individuales –una tendencia reforzada por la demanda de los donantes privados de obtener resultados medibles y atribuibles–.
Los debates sobre la posibilidad de medir los resultados muestran el peligro de operativizar las metas individuales de una manera tan estrecha que se margine el carácter progresivo y transformador de los ODS. Esto ha sido debatido ampliamente en el contexto de la Cobertura Universal en Salud (CUS). Pero el problema no se queda allí porque incluso los indicadores para la CUS son apenas un punto de partida en el camino hacia el derecho a la salud.
Como se puede ver en los países con una CUS razonable, alcanzar una cobertura universal en materia de salud, por ejemplo en lo que respecta a la accesibilidad de los servicios, implica desafíos suficientes como para tener debates políticos continuos. En otras palabras, si se descomponen los derechos integrales, como el derecho a la salud, en metas y objetivos específicos para ser medidos con indicadores específicos, se perderá el enfoque integral original y se requerirá una discusión recurrente sobre la pregunta de qué aspectos específicos han sido pasados por alto.
Esto se reduce a que la implementación exitosa de los ODS requiere que se involucre a individuos e instituciones que continuamente enfaticen el potencial de largo alcance de los ODS, más allá de las metas aisladas reflejadas en indicadores individuales.
Las organizaciones de la sociedad civil que han abogado por un enfoque integral en cuanto a los ODS son un punto de partida obvio. Pero además de los grupos internacionales y ONG, los ciudadanos y los activistas locales tendrán que desafiar a las principales instituciones en sus sistemas políticos y económicos nacionales, y a las instituciones transnacionales, para avanzar hacia el desarrollo inclusivo y hacia sociedades inclusivas construidas sobre la base de la inclusión social, ecológica y relacional.
Este enfoque holístico de la salud mundial puede dar lugar a conflictos políticos y sin duda implica cambios sociales. Empero, las generaciones anteriores también tuvieron que trabajar activamente en la reivindicación de sus derechos, y siempre ha quedado claro que los ODS han definido una agenda de transformación.