Es probable que el suministro de agua sea uno de los problemas ambientales más urgentes para el siglo XXI. Este documento describe las consideraciones comerciales, gubernamentales y transnacionales alrededor de la gestión de los recursos hídricos y señala la importancia de la cultura para la administración sustentable del agua. Las alternativas cooperativas y dirigidas por la comunidad no pueden en sí mismas resolver el impacto catastrófico de la escasez de agua, pero una perspectiva de «pensar localmente, actuar localmente», puede promover prácticas de sostenibilidad entre los usuarios locales de agua.
En un planeta donde los recursos hídricos dulces disponibles constituyen menos del 0.5% del total del agua, la disponibilidad de agua limpia por persona está disminuyendo rápidamente. La contaminación de los ríos, el aumento de la población, los riegos derrochadores y las malas gestiones del agua, tanto a nivel nacional como individual, han desembocado en la escasez mundial de agua. (World Research Institute 2013).
En la actualidad, casi mil millones de personas carecen de acceso adecuado al agua potable y casi 40 países en desarrollo y desarrollados han declarado que padecen sequía hídrica. El suministro de agua quizás será el segundo problema ambiental más urgente del siglo XXI, solo superado por el calentamiento global.
Comercialización y transferencia de recursos hídricos
Contrariamente a la percepción común de que los recursos hídricos solo pueden intercambiarse comercialmente como bienes de consumo en botellas de marcas comerciales, existe una diversidad de mercados del agua.
Por ejemplo, en 2005, Israel y Turquía firmaron acuerdos para la compra y transferencia de recursos hídricos. Si bien la transferencia de agua no es un proceso económicamente rentable, la seguridad hídrica en regiones como Oriente Medio depende de la cooperación y el intercambio de recursos hídricos transfronterizos. También hay transferencias de este tipo en el Caribe, las Islas Canarias y Filipinas.
La continua comercialización de los recursos hídricos está eliminando las políticas nacionales y estatales que impiden la exportación, fijación de precios y otorgamiento de derechos del agua. Lamentablemente, mientras en algunos lugares se intercambian y usan comercialmente millones de toneladas de agua dulce, por ejemplo, para regar campos de golf, en el África subsahariana, 43% de los niños beben agua contaminada. Uno de cada cinco muere antes de los cuatro años.
Agua virtual y la cadena de suministro global
Aproximadamente el 70% de los suministros mundiales de agua se utilizan en la agricultura y para 2020, necesitaremos casi 20% más agua para seguir produciendo los cultivos y alimentos suficientes para satisfacer las necesidades nutricionales vitales. Se espera que la escasez de agua tenga un impacto cada vez mayor en el crecimiento de los cultivos, la producción de materias primas y la fabricación de bienes y servicios.
La escasez de agua dulce no debe asociarse exclusivamente con la demanda del consumidor individual y las necesidades del consumidor relacionadas con la sed y la higiene personal, sino también con el ‘consumo’ de agua embebida por diversas instituciones que galvanizan y estimulan la cadena de suministro global de alimentos, servicios y productos.
Un organismo de investigación sobre la ‘huella hídrica’ -el impacto ecológico del uso directo e indirecto del agua por parte de consumidores, productores, empresas o incluso países- revela hechos inquietantes. Por ejemplo, se necesitan 15 toneladas de agua para producir un kilo de carne, 6 para un par de jeans, 13 litros para cultivar un tomate y 25 para una patata.
Por lo anterior, en la actualidad está aumentando la competencia tecnológica entre los países para la conservación del agua en la fabricación de alimentos y bienes materiales que consumen mucha agua. Simultáneamente, se está creando un mapa global del agua virtual comercializable, basado en la evaluación económica de los productos importados y exportados que utilizan recursos hídricos de forma intensiva.
La dimensión política de los mercados del agua
Una consecuencia explícitamente política de la escasez emergente de agua se identifica en las tensiones entre los países que afirman tener acceso al mismo río, lago o cuenca. Más de 260 cuencas fluviales son compartidas por dos o más países. La escasez de agua y la necesidad de acceder a recursos hídricos limpios, podría convertirse, desafortunadamente, en una fuente de conflicto militar (World Water Council 2012).
La eficiencia y cooperación de los mercados del agua a nivel mundial, nacional o regional, dependen, en gran medida, del desarrollo de políticas públicas que promuevan un espíritu de distribución equitativa mediante sistemas éticos y sustentables de suministro.
Los intensos debates sobre la gestión de los recursos naturales se han centrado en términos y puntos de vista binarios y antitéticos tales como propiedad pública frente a propiedad privada, control estatal frente a mercado e igualdad frente a eficiencia. En gran medida, estos debates han eclipsado el papel y el potencial de la gestión comunitaria del agua como una tercera alternativa a las fallas del mercado y del estado.
A pesar del hecho de que la mayoría de los gobiernos de todo el mundo han elegido sistemas híbridos para el suministro del agua, no debemos ignorar la importancia de la cultura y la comunidad en la formación de un modelo sustentable. En Colombia, Kenya, Pakistán y Suecia, y muchos otros países, los consejos locales del agua y los proyectos de agua de propiedad comunitaria, desempeñan un papel activo en el desarrollo de sistemas de suministro de agua a pequeña escala sostenibles, democráticos y ecológicos.
Estas alternativas cooperativas y dirigidas por la comunidad no pueden en sí mismas resolver o revertir el impacto catastrófico de la escasez de agua. Sin embargo, trabajando en sinergia con una agenda de «pensar globalmente, actuar localmente», estos proyectos pueden resaltar el hecho de que la escasez de agua es un problema variable, no lineal y complejo, que emerge en diferentes formas y condiciones en todo el mundo.
En consecuencia, una perspectiva de «pensar localmente, actuar localmente» puede capturar y cultivar «micro-prácticas» de sostenibilidad capaces de crear conciencia y participación activa entre los usuarios locales de agua. Este ángulo tiene el potencial de revitalizar una relación sinérgica entre el gobierno activo y las prácticas de intervención de la comunidad hacia la distribución equitativa del agua; es un modelo que no favorece las necesidades de los consumidores de agua adinerados ni de las zonas urbanas prósperas.