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Medición de la resiliencia de los hogares utilizando datos de alta frecuencia

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GlobalDev Team

La recolección de datos de alta frecuencia a nivel del hogar en países en vías de desarrollo ofrece el potencial para medir la resiliencia y actuar rápidamente ante la escasez de alimentos, el brote de enfermedades, y otros sucesos adversos. Esta columna explica cómo dicha prontitud es crucial durante una emergencia humanitaria como por ejemplo las inundaciones de marzo del 2019 en Malaui. Al ser proactivos en lugar de reactivos, estos datos pueden amortiguar los efectos de los desastres naturales sobre hogares vulnerables.

En marzo del 2019, el ciclón Idai golpeó el sudeste de África, matando a cerca de 1,000 personas y afectando a millones más. En Malaui, se estima que 81,000 personas fueron desplazadas por las inundaciones asociadas con el ciclón que afectaron la región.

Mientras la ayuda humanitaria se apresuraba para auxiliar a aquellos que habían sido desplazados, dirigirla requería datos actualizados sobre esas familias. ¿Hacia dónde se habían dirigido? ¿Cuál era su estado de salud? ¿Tenían acceso a alimentos suficientes?

En realidad, las actualizaciones oportunas estaban disponibles a través de una red establecida de sitios centinelas, que proporcionaban actualizaciones oportunas sobre el impacto de las inundaciones en la resiliencia de los hogares y de la seguridad alimentaria. Compilados en una página única ampliamente distribuida, los datos resaltaban cómo los hogares afectados por las inundaciones que estaban enfrentando una severa escasez de alimentos y reportaban un nivel alarmante de incidencia de malaria (Véase la Figura 1).

Los datos se extrajeron del protocolo “Indicadores de medición para el análisis de resiliencia” (MIRA por sus siglas en inglés), un sistema de encuestadores localmente arraigados los cuales recopilan información con representantes de los hogares mensualmente con el fin de medir la resiliencia.

Figura 1. Extracto de una página única resaltando la inseguridad alimentaria después de las inundaciones del 2019

Conceptualmente, la resiliencia ve a un sistema como dinámico, que cambia en respuesta a estímulos externos. Debido a que las perturbaciones y sus efectos en los resultados bajo el estudio son inciertos, se cuantifican en términos de la incertidumbre. Las perturbaciones también están interrelacionadas: si el/la jefe de familia pierde su empleo y no puede solventar atención médica, los miembros del hogar estarán más propensos a enfermarse.

Los estudios recientes han buscado cuantificar la resiliencia empíricamente, valiéndose del nutrido número de investigaciones sobre medición de la pobreza. Esto ha motivado un llamado a desarrollar una serie de sitios centinelas en comunidades vulnerables para informar acerca de los esfuerzos de programas en materia de resiliencia.

MIRA, fue diseñado conjuntamente por la unidad de Seguimiento, Evaluación, Rendición de cuentas, y Aprendizaje (MEAL por sus siglas en inglés), parte del Oficina Regional del Sur de África (SARO por sus siglas en inglés) de los Servicios Católicos de Ayuda (CRS por sus siglas en inglés), y la Escuela de Economía y Administración Aplicadas Charles H. Dyson de la Universidad de Cornell.

MIRA fue piloteado como parte del proyecto “Unidos en la Construcción y Avance en las Expectativas de Vida” (UBALE por sus siglas en inglés) en el sudeste de Malaui, financiado por USAID, fue desarrollado en respuesta a las múltiples necesidades a nivel de donadores, proyecto y comunidad, incluyendo:

  • Empoderamiento de comunidades con datos en tiempo real.
  • Seguimiento de la experiencia y persistencia de perturbaciones.
  • Entendimiento sobre cómo las características de los hogares afectan la resiliencia.
  • Perfeccionamiento de los indicadores de seguridad alimentaria para sistemas de alerta temprana.
  • Estudio de la efectividad de las actividades del proyecto para incrementar la resiliencia de los hogares.

MIRA actualmente está en operación en Malaui y Madagascar, contemplando a expandirse a otros lugares.

En esencia, MIRA es una combinación de dos encuestas: una encuesta de referencia y de término de la población objetivo para recolectar las características demográficas, combinada con una recolección de datos mensual para rastrear las dinámicas de seguridad alimentaria y las perturbaciones de los hogares (Véase la Figura 2).

Los encuestadores que se contratan dentro de cada comunidad están capacitados en el uso de una aplicación para las encuestas en teléfonos inteligentes. Cada mes los encuestadores invierten aproximadamente 10 minutos por entrevista preguntando en los hogares acerca de los resultados de las perturbaciones y la seguridad alimentaria. Los encuestadores sincronizan los datos en la nube casi en tiempo real, procesando rápidamente los datos disponibles para análisis.

La ventaja de estas entrevistas más cortas de “alta frecuencia” es que tanto mitigan el “sesgo de memoria”, el cual puede ser significativo, como proporcionan oportunas instantáneas sobre el bienestar de los hogares. Como muestran las inundaciones de marzo del 2019, esta rapidez es crucial durante una emergencia humanitaria. Además, al confiarse a encuestadores localmente arraigados, el protocolo es de bajo costo comparado con otras encuestas sobre hogares.

Figura 2. Extracto de un próximo artículo ilustrando la trayectoria de la experiencia de perturbaciones

Con el fin de garantizar la participación comunitaria, las observaciones sobre los datos se comparten en un formato accesible con el Comité de Desarrollo de la Aldea (VDC por sus siglas en inglés), que distribuye la información. Esto brinda a las comunidades la propiedad de sus datos y les permite tomar decisiones informadas para acciones colectivas.

Por ejemplo, cuando una comunidad en Malaui recibió datos que mostraban una incidencia alta por enfermedades en el ganado, juntaron sus recursos y contrataron a un veterinario para vacunar a sus cabras y pollos. El VDC también puede compartir información con funcionarios de gobierno, empoderándolos.

La participación comunitaria, en conjunto con las medidas para monitorear y motivar a los encuestadores, ha garantizado que la deserción se mantenga notablemente baja cada mes. Incluso durante las inundaciones de marzo del 2019, los encuestadores de las comunidades afectadas continuaron realizando encuestas, siguiendo a los encuestados a los sitios de desplazamiento cuando era necesario. Incluso los encuestadores que fueron afectados personalmente por las inundaciones pudieron seguir recolectando datos y subiéndolos al servidor.

La reciente investigación demuestra cómo esta valiosa fuente de información puede utilizarse para medir la resiliencia. Los parámetros de resiliencia se definen a través de la dinámica estocástica, es decir, distribuciones probabilísticas de los resultados a lo largo del tiempo. Los datos de alta frecuencia son idóneos para medir estas dinámicas, ofreciendo una rica variación inter-temporal dentro de los hogares.

Estos datos pueden utilizarse para inferir cómo las características de los hogares afectan su resiliencia. Cuando se utilizan en algoritmos computacionales, los datos de alta frecuencia pueden usarse para predecir futuras perturbaciones e inseguridad alimentaria. Esto es útil tanto para los programas en materia de resiliencia como para dirigir la ayuda con anticipación en futuras necesidades.

Los protocolos de recolección de datos de alta frecuencia ofrecen la oportunidad de recolectar datos de alta calidad a nivel hogar bajo una base cercana al tiempo real. El mapa en la Figura 1 se produjo y distribuyó dentro de la siguiente semana de la inundación en Malaui, permitiendo que las agencias gubernamentales y las organizaciones de ayuda actuaran con prontitud, proporcionando ayuda humanitaria vital para alimentar a los desplazados y cortar de raíz epidemias potenciales.

En prospectiva, estamos trabajando para combinar estos datos con indicadores geoespaciales y de salud, creando un ecosistema amigable de datos que los funcionarios de los programas y los formuladores de políticas puedan utilizar para orientar intervenciones de construcción de resiliencia. Estas acciones proactivas pueden incluir esfuerzos para diversificar los medios de subsistencia, mejorar las cuencas, y construir capital social.

Al ser proactivas en lugar de reactivas, estas intervenciones informadas por datos fiables pueden amortiguar los efectos de los desastres naturales sobre hogares vulnerables.

 

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